Dicen los expertos que los romanos levantaron Astigi en un lugar de muy difícil defensa pero con la ventaja de la navegabilidad del río Genil. Al río le debe Écija su importancia comercial en época romana, ya que el Genil fue la principal vía de transporte para el aceite, el vino y el cereal de la Bética.
Esa importancia está demostrada por los restos de ánforas con el sello astigitano encontradas en el monte Testaccio, en Roma. Eso fue en la época romana, cuando Écija era la Colonia Augusta Firma Astigi, y el río Genil se llamaba Singilis. Ahora, más de dos mil años después de la fundación de Écija por veteranos de los ejércitos de Augusto, un club local de piragüistas, Los Papafrita, repite el recorrido de las mercancías por el río, desde Astigi hasta la desembocadura del Guadalquivir, en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Un trayecto de 306 kilómetros.
La salida y la meta son las mismas que las del Correo Postal, el raid hípico que desde hace cinco años sale de Écija y termina en las playas gaditanas de Sanlúcar. Pero Los Papafrita lo hace en seis días, en piragua y por las aguas del Genil y el Guadalquivir.
La de 2008 es la VI edición de la Ruta Bética del Aceite Écija-Sanlúcar, que es como los palistas ecijanos llaman a su prueba estrella. La aventura la iniciaron dos piragüistas ecijanos - uno de ellos ya fallecido - en 2002. Hace cinco años la hizo en solitario uno de los miembros de Los Papafrita, Francisco Martín Méndez, secretario del club que, entonces, apenas empezaba a tomar forma.
"Este compañero supo alentarnos a otros componentes del grupo a compartir tamaña odisea", relata Juan Carlos Domínguez, presidente de la peña de piragüistas, "de forma que al tercer año fuimos cinco los aventureros que nos embarcamos". En su sexta edición, van a ser unos 60 aficionados los que tomen la salida, aunque Martín Méndez reconoce que llegarán a la meta en Sanlúcar menos de la mitad de los que tomen la salida.
La criba de participantes la hace la travesía e indica la dureza de la prueba. "Es satisfactoria y durísima", dicen Los Papafrita sin reparar en la paradoja. Cada uno de los seis días, los piragüistas salen a razón de nueve horas paleando en el agua (hay días que pasan once horas en el agua). Ninguno tiene preparación específica pero suelen entrenarse bajando desde el batán del Genil hasta el paseo de San Pablo, en Écija.
Para hacer la Ruta del Aceite "sólo hay que tener constancia y dejarse llevar por el disfrute del contacto con la naturaleza, la visión de lugares donde no ha llegado nadie antes porque no se puede llegar si no es por el río, como lo hacemos nosotros", enfatizan Los Papafrita.