Cultura

Energía y drama bajo control

Crónica del conciero que el Leopold String Trio ha ofrecido en el Centro Cultural Cajasol. 

el 23 feb 2010 / 22:54 h.

El problema de muchas de las versiones que de obras clásicas se realizan bajo la impronta de un discurso virulento y enérgico es que muchas de ellas acaban desvirtuando el pentagrama llevando la música al terreno unipersonal del intérprete. Los músicos congregados anoche en Cajasol –el Leopold String Trío y dos músicos de refuerzo– se adscriben a esta corriente interpretativa y sortean todo tipo de objeciones a su forma de tocar.

Tras la escolástica preromántica del Trío n.5 de Beethoven, los solistas saludaron el Cuarteto con piano de Schumann poniendo énfasis en los contrastes dinámicos y llevando el sonido a una corriente homogénea de evidente crispación y tormento. Lejos de emborronar la música, el pianista Alexander Madzar y el Trío Leopold mantuvieron a salvo la individualidad de cada una de las voces y sorprendieron con un sinfonismo camerístico –permítaseme el antagonismo– donde, por encima del humo y de la tragedia, quedó meridianamente claro la exposición de los temas y la estructura de la pieza.

Idénticos parámetros ejemplificaron en el Quinteto con piano de Schumann, obra en la que tras exponer la turbulenta marcha fúnebre del segundo movimiento continuaron hilvanando el resto de tiempos con una intensidad arrolladora, subrayando la fuerza y el melodismo de una ambiciosa creación que reluce como una gema en el catálogo camerístico de su autor.

Una vez más hay que lamentar el relativo bajón de público del Ciclo de Música de Cámara de Cajasol. La peligrosa cultura de la gratuidad –tan extendida en Sevilla– explica, en parte, la no rotunda adhesión del melómano, al que le cuesta rascar unos euros para disfrutar con tan grandes músicos.

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