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“En Sevilla la gente queda en el bar, en Noruega lo hacen en los teatros”

ENTREVISTA. C. Granados & A. Eilertsen, actores y dueños de un teatro en el Círculo Polar Ártico.

el 03 ene 2014 / 23:30 h.

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Andreas Eilertsen y Cristina Granados presentarán su compañía noruega el próximo jueves en el feSt. / J.M.Espino (Atese) Andreas Eilertsen y Cristina Granados presentarán su compañía noruega el próximo jueves en el feSt. / J.M.Espino (Atese) Asegura Google que la calle Johansensvei número 80 de Stamsund, en el Norte de Noruega, y la Plaza del Pumarejo, en el corazón más palpitante de Sevilla, están separadas por 4.942 kilómetros exactos. Los mismos que hace unos días recorrió Cristina Granados para reencontrarse con su familia y sus raíces en compañía de su pareja, sentimental, artística, el escandinavo Andreas Eilertsen. Hace 12 años comenzaron a escribir su historia en común. Hoy son los responsables de una compañía de teatro –Eilertsen &Granados– y de un teatro en el Círculo Polar Ártico. El Festival Internacional de Artes Escénicas de Sevilla (feSt) les ha dado la primera oportunidad para presentar en la ciudad la obra En enson sneip (Una colilla solitaria), con la que han hecho más de 600 representaciones en toda Europa. La cita es el próximo jueves 9 de enero, a las 20.30 horas, en la Sala Cero. –¿Qué creen que espera la gente cuando va a ver una compañía del norte de Noruega? –Vanguardia, innovación. El teatro nórdico cada vez es más conocido. Puede que no sea para todo el mundo, pero percibimos que cada vez hay más gente al otro lado. Que llevemos más de 600 funciones del montaje que presentamos debe indicar algo. –Los artistas españoles, italianos... se trabajan el vendible tópico del calor latino, de la fuerza, etc... ¿Ustedes promocionan entonces un teatro frío? –Eso no suena nada bien. Pero sí, de alguna manera intentamos transmitir esa gelidez en el arte. Aunque, paradójicamente, en Noruega, nos dicen que tenemos algo muy del Sur. Allí se percibe inmediatamente cuando hay alguien latino detrás de algo. –Cuesta imaginarse eso de un teatro en el Círculo Polar... –Estamos en Stamsund, un pequeño pueblo pesquero de 885 habitantes, capital de las Islas Lofoten. Allí no hay mucho que hacer, sólo disfrutar de una inmensa tranquilidad e ir al teatro. Porque hay un sólo supermercado y tres teatros. Además de un festival internacional en verano. –La gente queda en el teatro. –Así es. Los teatros articulan la vida social del pueblo, en España la gente se cita en los bares, allí lo hacen en los teatros y, como apenas hay bares y los que hay son carísimos, luego se van a sus casas. Es otro modo de vida, en el que la cultura está mucho más presente. –El 0% del IVA cultural en Noruega debe ayudar algo. –Sin duda. Los que nos dedicamos a ella nos beneficiamos, y a su vez, el público puede acceder a ella con mayor facilidad. Pero insistimos en que todo esto forma parte de la identidad nacional, no pensamos que sea fácilmente extrapolable a... España, por ejemplo, donde el IVA cultural está actualmente situado en el 21%. –Insisto, ¿son ustedes conscientes de lo bien que suena eso de ser propietarios de un teatro en el Círculo Polar Ártico? –Lo sabemos, suena exótico. Pero más allá de la anécdota nuestro mayor anhelo es vender un producto artístico de calidad. Estamos en un sitio maravilloso para trabajar, donde nadie te distrae porque poco o nada hay que hacer al margen de tu tarea. Ahora bien, como hay tan poca población tenemos que viajar mucho, pasamos la mitad del año de gira. –¿Cómo ven la posibilidad de presentar allí, en su sala, a compañías sevillanas? –Ese es uno de nuestros objetivos a corto plazo. Somos creadores y exhibidores, y queremos establecer diálogos culturales. En 2014 vendrá una compañía de Murcia gracias a unos fondos europeos. Y nos gustaría dar cabida a propuestas sevillanas. Sería un lujo poder presentar allí, por ejemplo, a Israel Galván, cuya hibridación entre flamenco y modernidad podría gustar mucho allá. –Leo en sus biografías que Andreas Eilertsen lleva desde los 17 años consagrado al teatro, pero usted, Cristina, estudió idiomas y trabajó en un bar. ¿Cómo y cuándo se cruzó con las musas? –Fue cuando conocí a Andreas mientras yo trabajaba en un bar en Sevilla. Pocos años después el director del Festival de Stamsund me estaba ofreciendo formarme a la par que me daba trabajo. ¿Podría haberme sucedido algo similar aquí?No lo sé. En cualquier caso siempre tuve claro que quería marchar. Y lo hice muy lejos. –Creo que casi cualquier compañía española de mayor trayectoria que la que tienen firmaría tener su agenda de trabajo. –Es cierto, no tenemos un hueco libre en los próximos seis meses. Somos sólo dos personas, pero aumentamos la plantilla en función de cada proyecto. En breve abordaremos uno que involucrará a casi 150 artistas, un montaje teatral con marionetas de hasta ocho metros de altura que se verá en unos meses en Oslo. –En Una colilla solitaria, la obra que se verá en la Sala Cero, está en cambio usted solo, Andreas. –Sí, es un trabajo muy visual, de un teatro muy físico y con muy poco texto, así conseguimos hacerlo más universal. Se mezcla en él elementos del clown, los malabares y la música en directo. Es casi una obra autobiográfica, habla del crecimiento del actor, de su vida, de sus diferentes etapas, todo a una velocidad enorme.

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