Cultura

Entre el hastío y el tedio absoluto

el 30 jun 2011 / 19:40 h.

Sobre el papel la combinación de la arpista Arianna Savall -soprano de ilustre apellido y buen hacer en innumerables trabajos discográficos de su padre- y el ¿tenor? Petter U. Johansen interpretando instrumentos escoceces y nórdicos parecía un suculento primer bocado para inaugurar las XII Noches en los Jardines del Alcázar. Por contra, el concierto se reveló como un tedioso y mal planteado viaje alrededor de la historia del arpa.

De no ser por su trayectoria precedente ni siquiera sabríamos calibrar si Savall es o no una solvente intérprete tras escucharle durante una hora una interminable sucesión de arpegios e insulsas melodías que, en algunos momentos, recordaban muy vagamente a Loreena McKennitt, esta sí, una maestra del crossover. Porque Peiwoh, el programa que presentaron ella y su marido, el noruego Johanssen, es un pastiche de músicas pretéritas, improvisaciones y reinvenciones sin pizca de interés.

No puede ser que una tarantela del siglo XVIII se ejecute con idéntica parsimonia que un tombeau, como tampoco es de recibo padecer un espiritual negro -The wayfaring stranger- con gorgoriteo pop a cargo de un infumable Johansen, mal cantante de voz átona e irregular intérprete. Otro momento para el sonrojo lo legó Arianna Savall con una Salve de cosecha propia que parecía sacada de una función ordinaria de misa de Domingo. Con el tradicional sefardí Yo me enamorí de un ayre Savall y su partenaire se transformaron sin quererlo en unos epígonos tristes de Pimpinela y en la canción escocesa The water is wide, Johansen mutó en uno de esos impadecibles solistas vocales que se dejan ver por el Festival de Eurovisión.

El tradicional catalán El Mariner se nos ofreció tan adulterado por el tono apesadumbrado y quedo de este dúo que tampoco en él advertimos rastro alguno del original. Sólo en la canción Adoucit la mélodie hubo algún destello de interés en los pasajes instrumentales. El público huyó a la primera... amenazaban con un bis.

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