Las mujeres encarceladas tienen que cumplir su deuda con la sociedad, pero sus hijos no. Con esa filosofía, Sevilla abrió ayer sus puertas a la Unidad de Madres, un concepto de prisión alejado de lo habitual: un bonito edificio en torno a un patio acristalado con los colores del arco iris, que cambia de color a medida que se avanza por el pasillo, en el que 33 mujeres que tienen una condena por cumplir podrán vivir con sus hijos menores de 3 años sin que éstos vean las rejas de la cárcel.
La unidad saca a las madres de la cárcel de Sevilla y se las lleva a una parcela anexa al Centro de Inserción Social, el lugar en el que están los internos en tercer grado o que cumplen condenas que no exigen que vivan internos. Es la segunda de las cinco previstas por el Gobierno en toda España, y ha tenido un coste de 7,35 millones de euros. Tiene 33 habitaciones, tres de ellas dobles; guardería totalmente equipada con juegos educativos, comedor, biblioteca, gimnasio, talleres ocupacionales para las madres... pero aunque más discretas, cuenta también con todas las medidas de seguridad, incluidos un cuarto para los cacheos y una zona de identificación para quienes acceden al recinto. Para recibir visitas hay salas específicas.
El centro, al que empezarán a llegar las primeras reclusas en enero, fue inaugurado por el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, acompañado por la secretaria general de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo; y el delegado del Gobierno en Andalucía, Juan José López Garzón. Rubalcaba señaló que en España hay unas 6.000 reclusas, el 8% de la población penitenciaria, y más del 80% son madres. De ellas, 200 tienen hijos menores de 3 años.
El ministro lamentó la "monstruosidad" que supone que "un niño vea a través de la ventana de su guardería el mundo de la cárcel" y abogó por que los pequeños "no tengan que sufrir por el delito que cometieron sus madres", para defender un modelo de cumplimiento "costoso", pero que compensa porque junto al esfuerzo por reinsertar a la madre está el de no estigmatizar al crío.
Para los que aún así se muestren escépticos ante la filosofía de un centro espacioso, colorido y mucho más que acogedor, el ministro lanzó un mensaje durante el acto de inauguración: "La Constitución nos obliga, quiero recordarlo aquí una vez más, a tratar a los presos como a seres humanos y a tratar de lograr su reinserción".
Las madres acogidas a este régimen "pionero en Europa", según el ministerio, deberán a cambio, mantener un comportamiento adecuado. El ministro se dirigió a su directora, Elena Puerta, para decirle que "es difícil hablar de esperanza en una cárcel, pero es posible".
Rubalcaba aprovechó para alabar también la labor de los funcionarios de prisiones, por hacer "extraordinariamente bien una tarea dura", y ensalzó a los voluntarios que colaboran en los centros penitenciarios.