Baqueiro: «Yo soy más canalla que Marcelino»
-¿Se esperaba el éxito de la serie?
–La verdad es que no. Amar en tiempos revueltos se planteó para una primera temporada, pero enganchó a la audiencia. Aunque la competencia es feroz, la serie se ha ido renovando: empezamos en 1936 y ya vamos por el año 1951, creo que eso es parte del éxito.
–Después de cinco temporadas, lideran las tardes con una media de dos millones y medio de espectadores, y con Jorge Javier Vázquez enfrente...
–La competencia es feroz, pero cada uno tiene su público.
–Aunque en El Asturiano también se cotillea, y mucho.
–Sí, pero es un cotilleo más sano. Yo desprecio el tipo de programa que hace Jorge Javier.
–También se sirve buena comida en El Asturiano. ¿Le gusta cocinar?
–No soy Arguiñano, pero me defiendo. Normalmente no cocino porque la jornada de rodaje es agotadora, pero los fines de semana me gusta preparar buenos platos para los amigos.
–Estudió Derecho, ¿llegó a ejercer?
–Sí, estuve un año de becario, pero mi hobby era la interpretación y, al final, colgué la toga.
–También ha sido modelo.
–Fue para un suplemento de moda de El País, pero no lo volveré a hacer. No es lo mío ni tengo cuerpo.
–Volviendo a la serie, Marcelino es una buena persona que se juega el tipo por los amigos. ¿Qué tiene usted de Marcelino?
–Su buen corazón.
–¿Y Marcelino de usted?
–A los dos nos hacen felices las pequeñas cosas, pero yo soy más pillo y más canalla que él.
–Amar... está ambientada en los años más duros de la dictadura, no será de los que dice que cualquier tiempo pasado fue mejor.
–Le garantizo que no.
–Manolita es la que lleva los pantalones en casa, ¿cómo se lleva eso en los años 50?
–La nuestra es una pareja atípica, pero Marce necesita una mujer que le guíe.
–¿Se ha planteado hacer otras cosas?
–Sí, tengo ganas de interpretar otros personajes, pero aquí estoy muy a gusto y tengo una hipoteca que pagar.
–Por cierto, ¿se comieron esa monumental tarta con la que celebraron los mil capítulos?
–Sí, estaba riquísima. Espero celebrar con otra los dos mil capítulos.
Itziar: «Tengo mejor carácter que Manolita»
–¿Qué ha supuesto para usted interpretar el personaje de Manolita?
–Para mí ha sido consolidarme en la profesión. He aprendido muchísimo porque he estado rodeada de buenos actores. Además, la televisión me ha dado estabilidad.
–¿Es verdad que se inspiró en su abuela?
–Sí. Mi abuela tenía en aquella época la misma edad que Manolita y, al igual que ella, era una luchadora.
–En la serie, usted es una mujer dominante, con carácter, ¿cómo soporta llevar mil capítulos casada con un calzonazos?
–Bueno, Marce tiene mucha ternura, es leal y aporta equilibrio a Manolita, de la que está muy enamorado.
–Manolita es una mujer de posguerra, pero concilia la vida familiar con la laboral: regenta El Asturiano, tiene tres hijas, comercializa su propio aguardiente y, además, el trabajo en los Grandes Almacenes. Una mujer del siglo XXI.
–Ella es de pueblo, pero saca fuerzas de donde sea para llevar a su familia adelante. Se inventa cualquier cosa para que nadie se quede sin comer. Aunque esta temporada ha dejado el trabajo en los Almacenes, para ocuparse mejor de los suyos.
–Usted compagina el teatro con la televisión. ¿Cómo lo hace?
–El teatro me oxigena. El rodaje es agotador, te levantas a las cinco de la mañana y estás grabando hasta las seis de la tarde, y cuando llegas a casa tienes que estudiar los guiones. Con el teatro desconecto y disfruto.
–¿Itziar es tan emprendedora como Manolita?
–Sí, muy emprendedora.
–¿Y tiene tan mal carácter?
–Nooooo, yo tengo mejor carácter que Manolita.
–Su compañero de reparto dice que ustedes se quieren mucho, pero Marce es muy celoso.
–Porque su mujer vale mucho. Él está orgulloso de ella, pero la gente de los 50 no estaba acostumbrada a ver a una mujer con las inquietudes de Manolita.
–¿Habrá más temporadas de Amar...?
–Espero que sí.
–Se encontrarán con los de Cuéntame.
-Sí (risas). Nosotros somos los abuelos de los niños de Cuéntame.
–Después de pasar el día en El Asturiano, ¿le gusta cocinar?
–Muchísimo. Es una de mis pasiones, pero a veces, cuando acaba el rodaje, me como las lentejitas de El Asturiano.
