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Un grupo de amigos madrileños, conmovidos por la historia del inmigrante nigeriano que devolvió en agosto una cartera con 2.700 euros pese a que trabaja como vendedor de pañuelos en un semáforo, le ha hecho llegar 2.000 euros que él dedicará a la educación de su hijo.
Desde que devolvió esa cartera, lo que su dueño agradeció dándole 50 euros, Amby Okonkwo se ha acostumbrado a que los conductores los miren con simpatía a él y a su compañero Kene Odigbo Kingsley, los saluden y les den su opinión sobre cómo actuaron cuando vieron que a un hombre se le caía de la moto un portafolios y lo entregaron a la Policía sin abrirlo siquiera.
Hace unos días, un hombre que dijo llamarse Paco fue a buscarlo al semáforo en el que suele vender pañuelos, en la carretera de la Esclusa, y lo llevó a un banco para entregarle 2.000 euros de parte de una treintena de amigos de Madrid, empresarios, que quieren permanecer en el anonimato y que Okonkwo afirma que no conocía de nada.
De profundas creencias religiosas que lo hace recitar continuamente pasajes bíblicos, Okonkwo dijo que siempre pensó que sería recompensado por haber devuelto la cartera, y mantuvo que estaba seguro de que las buenas acciones tenían su premio. Aunque le sorprendió que fuese con dinero, añadió que "con Dios todo es posible".
El inmigrante, que trabaja ocho horas en el semáforo para ganar unos 10 o 15 euros diarios y está pendiente de que le revoquen una orden de expulsión, escribió una carta de agradecimiento a sus benefactores madrileños el mismo día que recibió el dinero, aunque también le gustaría conocerlos en persona. Tras abogar por un mundo mejor en el que las personas se quieran, dijo que rezará por ellos.
Además, subrayó que con los 2.000 euros intentará darle todo lo que necesite a su hijo de cinco años, que vive con él, porque no quiere que venda pañuelos como hace él y querría que tuviese una buena educación que le conceda más oportunidades en la vida.
Aunque tras la devolución de la cartera un empresario de la construcción ofreció un trabajo a los dos inmigrantes nigerianos, de momento esa intención no ha fraguado y su futuro es menos halagüeño. Ambos intentan regularizar su situación en España, en el caso de Okonkwo revocando una orden de expulsión que pesa contra él, ante la que ha alegado que es padre de un ciudadano comunitario, ya que su hijo es holandés como su madre.