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Epi y Blas saben que no están solos

Multitudinaria y reivindicativa celebración del Día del Orgullo Gay en las calles de Sevilla.

el 29 jun 2013 / 23:42 h.

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La última portada de The New Yorker corrió como la pólvora por las redes sociales hace apenas un par de días: la imagen de las populares marionetas Epi y Blas, abrazados viendo la televisión, ilustraba la noticia de que el Tribunal Supremo de los Estados Unidos declaraba constitucional el matrimonio homosexual, como también ha sido ratificado en Francia. Ayer, con motivo de la celebración del Día del Orgullo Gay -instituido en memoria de los disturbios de Stonewall (Nueva York) de 1969-, el colectivo homosexual y la sociedad en general entendieron dos cosas: que esta efemérides sirve entre otras cosas para evaluar los avances en materia de derechos y libertades... y que Epi y Blas no están solos en su lucha. mafestacion-orgullo-01Pasaban las siete de la tarde cuando tres largas carrozas que antes de arrancar ya diseminaban atronadora música disco, se disponían a cruzar el puente de la Barqueta camino del Parlamento de Andalucía, donde estaba previsto que arrancara la cabalgata. Las elevadas temperaturas parecían un buen pretexto para que los más exhibicionistas deambularan con el mínimo de ropa, mientras que otros recurrían a los fusiles de agua para aplacar el calor. Disfraces -de policía, de troglodita, de vampiresa, de dama antigua-, pelucas y gafas de lo más variadas, sonoras batucadas y muchas, muchas banderas multicolores, no dejaban lugar a dudas: el del Orgullo es, ante todo, un día de fiesta, donde no en vano corre generosamente el alcohol y se canta, se baila y, si tercia, se liga. No obstante, ese carácter festivo y ese aire desaforado no opacan las reivindicaciones de fondo. Y hay tantas como casos de discriminación siguen existiendo en nuestra sociedad. Por la avenida Menéndez Pelayo, a la cabeza de la marcha caminaban los miembros del colectivo de Familiares de menores transexuales, que aprovechan la cita para elevar su voz. “Vamos a luchar por que se apruebe la Ley Integral de Transexualidad de Andalucía, que está aceptada a trámite aunque IU, alegando un informe que no hemos podido estudiar, ha intentado retirarla. Pero la comunidad internacional está por ello, pero lo conseguiremos”, apostó una representante. El desfile, vistoso aunque más austero que en otras ocasiones -la crisis es en esto crudamente igualitaria- incluía transformistas encaramados sobre vertiginosas plataformas, ‘chulazos’ en bañador marcando abdominales, chicas fundiéndose en prolongados besos y miles de teléfonos móviles registrando cada movimiento con sus cámaras, pero también muchas familias heterosexuales con niños, jóvenes profiriendo consignas rotundas como “¡Fuera fascistas de nuestras calles!”, en clara alusión a los homófobos, y paseantes maduros como Ana y Alberto, que caminaban de la mano luciendo sendas camisetas por el Matrimonio Igualitario. “Antaño peleamos por ese camino que había que recorrer”, dice él. “Ahora el camino está recorrido, pero no queremos que nos hagan dar ni un paso atrás”. En efecto, el lema de esta edición, Por una Juventud Sin armarios, hace alusión no sólo a las garantías y libertades de los jóvenes homosexuales, sino que también advierte sobre los graves retrocesos que, según los docentes, se están observando en materia de tolerancia y de respeto. Javier Sánchez, un poco rezagado de la cabalgata, camina con un llamativo disfraz rojo y una peluca rubia mientras cuenta su experiencia: “De chico lo he pasado muy mal, la gente me decía de todo, tuve una novia cinco años y cuando ya no pude más, la dejé y se lo conté todo a mis padres, que se lo tomaron mejor de lo que pensaba. por eso animo a los chavales gays a que reivindiquen sus derechos, porque la vida son dos días y no merece la pena pasar ninguno sin ser tú mismo”, explica. Javier, que se considera como un hombre “religioso”, cree sin embargo que en las escuelas “lo que hace falta es más ética” para evitar la discriminación. Concuerda con esta idea Carmen, también Sánchez -aunque sin parentesco con aquél- y también sevillana, quien cree que “ya es hora de que se entienda que todos somos iguales. Y que no nos enamoramos del sexo, sino de las personas”, afirma con claridad antes de perderse, bailando, entre la multitud. Más beligerante se muestra Tamara, quien no entiende que haya en el mundo leyes que prohíban la homosexualidad. “¿Cómo les sentaría a otros que se prohibiera la heterosexualidad?”, dice con visible indignación. A su lado, Mayte, también de la capital hispalense, agrega: “Nos encanta celebrar este día, pero lo que de verdad nos gustaría sería no tener que celebrarlo. Hay quien todavía se pregunta por qué un día del Orgullo Gay, y no un día del Orgullo Hetero... Pues muy fácil, porque no necesitan luchar por sus derechos”, apostilla. Una evidencia incontestable que comparte causa, en la cabalgata que casi llega al teatro Lope de Vega, con la consigna reivindicativa y con la pancarta clamorosa, con la sensualidad y -¿por qué no?-, la procacidad, con ese unánime sentimiento de libertad que exalta los logros conseguidos pero advierte de los desafíos que todavía aguardan a gays, lesbianas y transexuales en el futuro. De momento, tocaba bailar y cantar hasta el amanecer... No, Epi y Blas no están solos. Y además, quienes les acompañan en la causa son personas de carne y hueso, no muñecos. Ayer tomaron las calles de Sevilla para recordar que están dispuestos a seguir caminando.

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