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¿Es aquí lo de los alienígenas?

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La Alerta Ovni 2012 congregó a numerosos aficionados en las inmediaciones del embalse Torre del Águila.

Al filo de la medianoche del domingo la Guardia Civil instalada en un control de alcoholemia a la entrada de Utrera hacía una criba selectiva entre los que se sometían y no a la prueba. "Buenas noches. ¿Vienen ustedes a la Alerta Ovni ?". Si la respuesta era afirmativa el conductor era animado a continuar. Si no: "Pegue el coche a la derecha y pare el motor". Los buscadores de vida alienígena caen simpáticos a las fuerzas vivas: prefieren el café con galletas al vodka con limón, desaparecen en la oscuridad del campo y no dan un ruido.

Y así, convocados por el programa de la cadena SER, Milenio 3, y por su gurú, Iker Jiménez, más de un centenar de personas se encontraron en la madrugada de ayer en la ITV de Utrera para, en caravana, partir hasta el embalse de Torre del Águila, un lugar tocado por el imaginario de quienes aseguran que este es un foco de irradiación marciana. "¿Entonces es aquí lo de los alienígenas, no?", preguntaba otro recién llegado. "Vamos a esperar un poquito a que lleguen más milenarios", afirmaba el coordinador, Pepe Ortiz, un especialista en apariciones marianas, en referencia al apodo de los fans del veterano programa radiofónico.

Con 25 grupos de observación en España y con vigilantes en América Latina, en los sitios más remotos (desde el cerro de Uritorco al volcán de Popocatepetl), "lo más hermoso de esta noche es lograr que tantas personas de diferentes culturas, lugares, creencias y razas se unan para algo tan simple y hermoso como mirar el cielo y ver qué sucede", decía Ortiz mientras que, desde la radio, Iker Jiménez repetía el mantra: "Buscamos a los ovnis, convencidos de su existencia, pero sabedores de que su origen y enigma aún permanecen lejanos".

Una vez instalados en el campamento base y diseminados por todo el perímetro del embalse que, con las luces rojas de las linternas -con el fin de no deslumbrar-, adquirió una tonalidad tenebrosa -más por la orgía de mosquitos con humanos que aconteció que por la ansiada aparición de un humanoide de ojos almendrados- comenzó la sesión.

Por allí unos y otros hacían migas al calor de -según presupuesto- unos prismáticos, un puntero laser, un periscopio gigante y, en todos los casos, un bote tamaño familiar de repelente de insectos. Los del grupo parapsicológico El Misterio intercambiaban batallitas en casas embrujadas con los de la Sociedad El Limbo y los más avezados de Dimensión TCI daban la bienvenida a los más bisoños de Omega-6.Conforme la madrugada avanzaba las esperanzas de que La guerra de los mundos se desatara en Utrera iban desvaneciéndose.

Ni Encuentros en la tercera fase ni aliens despistados por la campiña. Inasequible al desaliento, en la radio Iker Jiménez iba dando paso a sus corresponsables y casi todos decían haber visto alguna luz trazando trayectorias imposibles. Es lo que tiene mirar tantas horas el cielo...

Y, cuando se plegaban velas, bien entrada las cinco de la madrugada, un griterío, el único de la noche: "¡Allí, allí!", se oía clamar. Y sí, allí, en lo más alto, un puntito se movía, como si una estrella cabreada con tanto mirón hubiera decidido mudarse. No era un avión, no tenía las luces preceptivas encendidas. Un satélite quizás. Otros pensaban que la estación espacial. Para la mayoría, el ovni, el ansiado objeto volante no identificado. Y en el corazón de todos, el recuerdo de una mágica noche en el campo.

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