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Es domingo, ¿qué hace en casa?

¿Pasar el último día de la semana intimando con el sofá...? Sugerente, pero no. Antes de caer en la comprensible tentación de esconderse del lunes tras siete cerrojos, aproveche los planes que brinda hoy Sevilla, la capital mundial de salir a la calle.

el 19 feb 2011 / 22:08 h.

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Cuando el despertador deja de molestar, cuando dispone de tiempo para reconciliarse con la hora del desayuno y todo transcurso es ignominiosamente lento, no hay duda: es domingo por la mañana. Pese a ser el día de la semana que con más ganas se espera, muchas veces es un tiempo perdido entre el no hacer nada y el no querer hacerlo, jornada de hermanamiento con la tele y el sofá. Si la lluvia se suma a la tregua es un crimen quedarse en casa, que esto es Sevilla. Es por la mañana, no tiene que ser temprano, y ya que ha salido a comprar la prensa, quédese fuera.

En la Glorieta Luca de Tena, del Parque de María Luisa, hay un rincón entre buganvilla y bancos de azulejo perfecto para leer el periódico del día. O se lo compra o se lo prestan, pero el rayito de sol que busque ya es cosa suya. Si prefiere acompañar a las oscuras nubes con una buena historia de intriga, curiosee entre los anaqueles de la misma glorieta, la Biblioteca a Cielo Abierto del parque le presta las Leyendas Tenebrosas de Bécquer.
La mayoría de las veces no son más que guiños, pero hay algo que ya predice la primavera. Los primeros naranjos ya recuperan sus flores y los alérgicos los estornudos (nunca llueve a gusto de todos), es la excusa perfecta para dejar el asfalto gris y acercarse a ver cómo sobrevivieron al invierno los parques de Sevilla. El parque del Alamillo recupera a sus visitantes por montones que, con manteles y toallas, vuelven a disfrutar del sol. Para tener una excusa y hacer algo de ejercicio,  puede alquilar una bicicleta (de adulto, de niño, con remolque, tándem, americana, de paseo, de cuatro, y así hasta volverse loco) por unos  asequibles 5 o 10 euros. O como el concepto de gratis siempre cae mejor, puede llevarse su propia bici, su par de patines o sus propios pies uno delante del otro, que no se diga. El Parque de Miraflores también le invita a pasar el día, y a que mire el calendario. Chirigotas y comparsas desfilan por él, ¿ha pensado ya en su disfraz de carnaval de este año? No hay problema, en la fiesta de carnaval que organiza el parque, de once a dos de la tarde, podrá sacar ideas de los talleres. Para todos los públicos y especialmente para los más pequeños, los talleres de pintacaras, creación de máscaras y disfraces, les harán pasar un buen rato.

Ahora que las fechas grandes de abril se acercan, y cuando nazarenos y flamencas hacen pleno en las tintorerías, puede volver a disfrutar de Sevilla con el clima propicio. La Plaza del Museo es un buen comienzo, pero ni se le ocurra sentarse en los bancos que tiene repartidos, podría quebrar una acuarela, o un lienzo, o una figura... No es que el Museo de Bellas Artes ande de zafarrancho; es que cada domingo artistas y aficionados montan el mercadillo de arte sobre las losas y bancos de la plaza. Detalles de portales, vistas aguadas de una acuarela del Barrio de Santa Cruz, pero también colorido y algo de sugerencia en formas indeterminadas... algunas de las historias que cuentan sus autores merecen los cinco minutos que se tardan en escucharlas. Si lo suyo es más el arte consagrado, hoy en el museo, esta vez de puertas para adentro, la profesora de Historia del Arte Mercedes Fernández se tomará el tiempo necesario para explicarle la obra de Valdés Leal, a partir de las 12.00.

Para no caer en la tentación de regresar a casa, tiene la opción de tomar unas tapas en alguna terraza que le pille de camino. Por el centro surgen en cada esquina. Si opta por seguir ese camino aproveche para buscar, un poco prematuramente, esa esquina privilegiada desde la que verá las procesiones de Semana Santa. Rincones que ya no visita, paseos que dejó en tareas pendientes, o un momento libre para dedicarse a uno mismo.

Todo comienza el 7 de marzo del año 321, cuando Constantino I hizo un favor a la historia declarando el domingo como día de reposo obligatorio. Su acertadísima idea se hereda del día del Sol en la antigua Roma, que ya eran partidarios de los días de asueto. Sean quienes sean los benditos que lo instauraron, cierto es que sólo son 24 horas para cargarse las pilas todo lo que se pueda. Ya habrá tiempo para preocuparse del lunes. Hoy aún no lo es.

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