Aunque poco a poco vamos cayendo en lo que pedantes, cúrsiles y redichos vienen llamando compra telemática, esto es, a través de los abundantes mercadillos que se encuentran en internet, la física es la física, el tocar es el tocar, y el ver en crudo difiere (y bastante) que el ver en un monitor, por mucha resolución que la pantalla tenga. Creo que da igual comprar por la red una cámara de vídeo o una enceradora de tal marca y modelo que en la tienda de al lado, pero el específico género de libros, tebeos, postales, cromos, láminas, almanaques o carteles y ese tipo de cosas no lo es, ya que el ojeo, el índice, el estado, la tintada, la humedad, el moho y la textura sólo la puede ofrecer el directo en mostrador o nuestra mano.
Lo digo por la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión que como todos los años ya está aquí y donde los amantes de los mencionados artículos podremos disfrutar de manera inmediata y exacta de lo que expongan. Conozco gente pa tó, desde los que coleccionan catecismos, encíclicas de papas y procesos jurídico-religiosos de Jesús; hasta los que coleccionan láminas de batallas entre carlistas y liberales, armada inglesa contra española o paisajes de Alcalá de Guadaíra. Libros de cocina, de costura, de pájaros, de medicina natural por el ajo y el limón y, por supuesto, los temas de siempre (más caritos): Guerra Civil, Sevilla y Semana Santa.
José María Font es abogado