Economía

«Es imposible que un hombre entre en la zapatería y pida ser más alto»

Es consejero delegado de Splash Ibérica , que distribuye en España los zapatos con alzas que fabrica la italiana Bertulli. La única tienda que tiene en el país está en Sevilla, en la calle Feria, y se llama como el canal de ventas por internet: ‘masaltos.com'

el 09 ene 2010 / 20:21 h.

Andrés Ferreras, en la única tienda de ‘masaltos.com’, ubicada en los números 4-6 de la calle Feria.

-Resulta cuanto menos curioso que la única tienda física que posee tenga cristales opacos y no ofrezca escaparate al público...

-Lo es. Este tipo de artículos dirigido única y exclusivamente al hombre requiere mucha intimidad. Es muy difícil que un hombre entre en una tienda para decir quiero unos zapatos para ser más alto. Aquí lo que hay es una exposición porque nos suelen visitar clientes de otros puntos de España, más incluso que los sevillanos, que, por diferentes motivos, principalmente de negocio, viajan a Sevilla, y cada uno se monta su pequeña historia. Uno cuenta que un amigo le ha dado el catálogo y le ha pedido que se pasara a ver los zapatos, a ver si es verdad eso de los siete centímetros, y diciendo "no son para mí ¿eh? pero me los voy a probar que da la casualidad de que tiene el mismo número de pie que yo..."

-¿Y por qué no vender zapatos con alzas en una zapatería convencional?

-Hace 12 años la fábrica, que está en Italia, puso una tienda en París y otra en Milán, y tuvieron que cerrar porque no cumplieron los objetivos. El hombre no quiere dar a conocer sus aspectos más íntimos. La mujer lo tiene más sencillo con el tacón. Es prácticamente imposible que el hombre entre a la zapatería para decir que quiere zapatos de estas características.

-Puede parecer una indiscreción, pero me gustaría preguntarle cuánto mide usted.

-Yo mido 1,68.

-¿Y ha usado alguna vez...?

-Los utilizo [zapatos con alzas] desde hace 22 años. Estudié en la Universidad de Bremen (Alemania), donde practicaba el tenis. Jugaba en un equipo local, tuve una lesión y, bajo tratamiento en una clínica ortopédica, constataron que tenía una pequeña dismetría [diferencia de longitud en alguna extremidad] en la pierna izquierda, lo que me limitó a un tipo de calzado que estéticamente era feísimo. Luego conocí la empresa italiana Bertulli y dije pues ésta es mi solución. Tras estar en Alemania 18 años un buen día se me ocurrió regresar a España e introducir el calzado con siete centímetros. Para ello tuve que ir a Italia y negociar. El fabricante no quería porque había tenido una mala experiencia con un socio en España y me costó trabajo llegar a un acuerdo. Ya en 1993 los introdujimos como Splash Ibérica. Como es una palabra inglesa acordamos poner masaltos.com, el nombre de la división para internet.

-¿Cómo fueron los comienzos? Con tanto complejo...

-Muy difíciles. Cuanto teníamos los primeros 1.500 pares de zapatos el problema era cómo venderlos. Hoy tenemos una base de 50.000 clientes por todo el mundo, de los que el 80% están en España. En Sevilla, por aquello de que nadie es profeta en su tierra, no tenemos muchos. Y los que viven aquí cerca, como uno en Santa Ángela de la Cruz y dos en la calle Feria, prefieren que les enviemos los zapatos por agencia.

-En esos casos, el pudor puede más que la necesidad.

-Es increíble. Aquí no existe el boca-oído como en cualquier otro producto. Nadie va a decirle a un amigo o compañero que los utiliza, lo que provoca una gran inversión publicitaria.

-¿Se nota al llevarlos?

-Es imposible de detectar. Dentro llevan 3,5-4 centímetros y requieren una horma especial.

-Se especula mucho con los personajes públicos que los usan. Imagino que debe guardar unas cuantas anécdotas.

-Hay muchísimas anécdotas, sólo que no puedo dar nombres. Hay un personaje muy famoso portugués que nos visita dos veces al año. Viene en su avión particular a San Pablo, se compra los zapatos, se va a El Corte Inglés a comprar buenos puros cubanos y regresa. A nivel de cantantes y actores, hasta hay modelos que se han paseado por la alfombra roja. De la política, el año pasado vino un embajador muy alto, de casi dos metros, a por unos zapatos del número 41. Se llevó dos pares. Volvió un mes más tarde y se llevó doce pares. Se los enviamos a la dirección de una embajada de un país muy importante en Madrid. Eran para el ministro y presidente de un país. En otra ocasión nos pidieron de un día para otro tres pares para Madrid, pero había huelga de transportes y no se podían enviar. Aun así nos pidieron que se los mandáramos en taxi. El taxista les cobró 600 euros por llevarlos a la provincia de Toledo, a una finca del Estado donde había un presidente de un país, y eran para él.

-¿Y la crisis? ¿Pisa fuerte?

-En todo se nota, pero hemos crecido un 12% en 2009 -superando el millón de euros y los 12.000 pares vendidos- y mantenemos una media anual de crecimiento de entre el 10% y el 15%.

-¿Han estudiado otras vías para ampliar el canal de ventas como las ortopedias?

-Las ortopedias tienen un monopolio impresionante. El traumatólogo manda al cliente a la ortopedia y ésta cobra precios fuera de lo normal por unos zapatos. Eso es una mafia, es un tipo de negocio muy parecido al de las ópticas, que venden a un precio fuera de lo normal, y los oftalmólogos reciben luego regalos. Además, una ortopedia no va a vender unos zapatos ni a 80 ni a 90 euros, los vende a partir de 200 con un diseño feísimo porque no tienen hormas, ni investigación ni innovación. Contra eso es imposible luchar.

El perfil. El guardador de anonimatos. Desde el novio que se va a casar y no quiere quedar por debajo -en altura- de la novia, hasta la madre que busca que su hijo deje de ser el más bajito del grupo. Aunque el morbo lo despierta la sarta de políticos o actores que son asiduos a los zapatos con alzas de siete centímetros que comercializa Splash Ibérica a través de masaltos.com con la discreción de una agencia en la entrega y un compromiso de tenerlos en casa en 24 horas. En el mundo cultural y político hay muchos adeptos, si bien son sus mujeres las que los compran y sus nombres los que aparecen como clientes. Es vox populi en casos como Berlusconi o Sarkozy, aunque también hay mucho español. Son pequeños lujos que se pueden encontrar desde 90 euros, otros rozan los 300. Pero hay 87 modelos a elegir.

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