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Economía

«Es posible un modelo que nos permita a todos ganar: campo, industria, tienda y consumidor»

Porque son necesarias la unidad y unas relaciones comerciales con beneficios para todos, he aquí reunidos a protagonistas aceituneros.

el 08 jun 2014 / 00:18 h.

Abraham Rufino (Gestoliva), Víctor Yuste (Foro Interalimentario), Jorge Alberola (La Española), Juan Moreno (UCA-UCE) y Antonio Rodríguez (COAG), momentos antes de iniciarse la jornada técnica. / CARLOS HERNÁNDEZ Abraham Rufino (Gestoliva), Víctor Yuste (Foro Interalimentario), Jorge Alberola (La Española), Juan Moreno (UCA-UCE) y Antonio Rodríguez (COAG), momentos antes de iniciarse la jornada técnica. / CARLOS HERNÁNDEZ Reunidos Antonio Rodríguez, agricultor y representante de la asociación agroganadera COAG; Abraham Rufino, socio propietario de la entamadora Gestoliva; Jorge Alberora, director de la planta de Aznalcázar de la envasadora La Española Alimentaria Alcoyana; Víctor Yuste, director gerente del Foro Interalimentario, y Juan Moreno, presidente de la organización de consumidores UCA-UCE, reunidos, decimos, en la Hemeroteca de El Correo de Andalucía, ubicada dentro de la sede social del grupo Morera y Vallejo de Sevilla capital, para analizar las relaciones comerciales entre todas las partes en torno a la aceituna de mesa, uno de los puntales económicos de la Andalucía agraria y agroindustrial y cuyo liderazgo mundial ejerce. Todos ellos coinciden en: Uno. Que es necesaria una autorregulación para que, en la medida de lo posible, se acompasen la producción y el consumo Dos. Que la unidad desde el campo hasta el consumidor final, con sus eslabones intermedios, léase, entamadores, envasadores, proveedores y cadenas de distribución comercial, es, sí, posible. Tres. Que las relaciones entre los participantes en la cadena de valor alimentaria deben ser estables y diseñadas sobre un modelo que propicie el beneficio para todos. Cuatro. Que el campo tiene que ganar dinero, ser rentable, porque sin él todo el esquema se desmorona y se vacían los pueblos. Cinco. Que la comunicación y la transparencia son «vitales» tanto en la planificación de las campañas como para el conocimiento del consumidor final de qué está realmente comiendo. Y seis. Que el modelo de cadena alimentaria sostenible, aplicado por quienes a esta mesa se sientan para el caso de la aceituna de mesa, puede trasladarse al conjunto de la agricultura. Con esfuerzo y trabajo, pero se puede. Y para que conste, este periodista hace de secretario y, como anexo a esta acta, relata el debate suscitado, atajado a las dos horas largas que los protagonistas todavía querían alargar más y en todo momento abordado sin formalidades, de tú a tú, porque hablando así se entiende mejor la gente. Antonio, ¿tú que problema tienes? «Los agricultores nos enfrentamos a un futuro incierto. Los precios de la aceituna de mesa son los mismos que los de hace dos o tres décadas. ¿Cómo es posible si estamos vendiendo más aceituna que nunca? Aunque duela decirlo, este producto está banalizado. Y así no se construye una agricultura moderna». Toma la palabra Abraham, el siguiente eslabón de la cadena, pues una entamadora realiza el primer procesado industrial (la salmuera): «No un problema, sino varios. Primero, un stock (exceso) de producción; segundo, una reducida rentabilidad; tercero, una baja productividad; y cuarto, la confusión que existe entre los consumidores. No saben distinguir, por ejemplo, los calibres y las variedades, y eso impide diferenciar el valor añadido». Jorge toca lo suyo: «Tenemos capacidad ociosa. Para lo que se produce, la industria está sobredimensionada. Esto y la concentración empresarial que existe al final de la cadena, que contrasta con la atomización del comienzo, nos obliga a realizar un esfuerzo en margen (ganar menos) para entrar en el mercado». Víctor, más que de problema, habla de «necesidad». ¿Cuál? «Llegar a puntos de encuentro y que todos los eslabones, desde el campo hasta los consumidores finales, compartan misiones y beneficios». Y, aunque está para cerrar la cadena y el turno de palabra, el más importante, quien come y paga, es aquí Juan, y así habla: «Defender al consumidor implica seguridad alimentaria, buenos precios y estar vigilante y denunciar los abusos. No puede ser ni sentirse engañado. Y, como creo que opinamos todos en esta mesa, se requiere unidad». Concluyen, pues, que tienen problemas y necesidades. El diagnóstico lo tienen. ¿Y qué hay que hacer para atajarlos? «Ante el elevado stock, este sector debería estar perfectamente autorregulado y sí, tenemos el mecanismo para hacerlo, la inteprofesional de la aceituna de mesa, pero también debería implantarse un contrato tipo (entre industria y agricultor) y un etiquetado correcto que dijera no sólo variedades o calibres, sino también origen. Si todo esto se hiciera, todos ganaríamos», comenta Antonio, responsable nacional de este producto en COAG, quien añade: «Cada uno (eslabón de la cadena) debe estar en su sitio. Yo soy agricultor, no puedo llegar directamente al mercado. Pero quien llega (la distribución) no puede abusar de su dominio, porque así nos cargamos la agricultura». «Estoy de acuerdo con esa autorregulación y en esa unidad de todos», incide Abraham, quien pone como ejemplo la alianza forjada en Sevilla para solicitar un sello de calidad, la Indicación Geográfica Protegida (IGP), para la aceituna manzanilla y gordal. «Me sumo a la autorregulación, sí, es posible, y para eso hace falta una mayor y mejor comunicación e información», comenta Jorge, quien añade al debate dos cuestiones más: la eficiencia, tanto en las industrias como en el campo, «porque todo lo que sea ganar eficiencia es beneficio para todos y mejores precios para el consumidor final», y la adopción de un mismo modelo de relaciones comerciales para toda la cadena de suministros, y en este contexto recuerda que La Española es interproveedor (proveedor estable, de larga duración) con la empresa de supermercados Mercadona, un modelo que él mismo aplica a la mayoría de sus proveedores tanto industriales (entamadoras) como olivareros (la planta de Aznalcázar tiene también su propia entamadora). «Autorregulación, por supuesto, pero nunca imperativa, porque eso tensa las relaciones…», matiza Víctor, quien aboga por los códigos de buenas prácticas comerciales y por las alianzas «transparentes y estables» y, en cambio, tiene sus retiencias a los contratos tipos. Sobre el etiquetado, el gerente del Foro Interalimentario sentencia que cualquier fraude hay que perseguirlo, y alude a que la seguridad alimentaria debe ser «máxima y prioritaria», dado que cualquier crisis alimentaria «puede dar al traste con toda la cadena». Y, para rematar, apunta: «Ganar eficiencia es eliminar todo lo que sobra dentro de una empresa en el campo e incluso en la propia cadena de valor donde todo lo que no aporte valor, hay que quitarlo», y dice esto último en velada referencia a los intermediarios. «Nosotros, los consumidores, también nos sentimos parte de la cadena de valor, y sí, todos los eslabones deberían jugar sobre marcos estables», opina Juan. Curioso su siguiente comentario: «Nos conocemos pero no nos reconocemos». ¿Solución? «Más comunicación entre nosotros, más transparencia, más educación para los consumidores y siempre competencia en los mercados». Un momento de la jornada técnica en la Hemeroteca de El Correo de Andalucía. / CARLOS HERNÁNDEZ Un momento de la jornada técnica en la Hemeroteca de El Correo de Andalucía. / CARLOS HERNÁNDEZ Agárrense, que vienen las curvas. Antonio, ¿cómo son tus relaciones con Abraham? «Buenas. Insisto, cada uno ha de tener su papel. Me quejo, sin embargo, del sospechoso parecido que existe en los precios en todos los puestos (para recogida de la aceituna de mesa) y de los bajos precios en general». Pero ello, agrega este agricultor de olivos centenarios, algunos de hasta cinco siglos, no se soluciona tan sólo con acuerdos entre privados, hace falta también la política, y aporta una novedad: «Las ayudas de la PAC (europeas) están distorsionando el mercado de la aceituna de mesa, esta PAC es negativa». Ante el asombro de la concurrencia, explica: «No todas las variedades de aceituna tienen la misma ayuda». Deja claro, asimismo, que el mercado no puede ir a su libre albedrío, requiere de más regulación. Sin ella, agrega, el ejemplo pernicioso más extremo ya lo tenemos: la banca. Abraham, ¿cómo son tus relaciones con Antonio, pero también con Jorge? «Yo reúno una doble condición: además de entamador, soy agricultor, así que no me puedo echar piedras contra mi propio tejado y, por tanto, tampoco contra el de Antonio. Y con Jorge, bien, tenemos una planificación (de entregas del producto) a largo plazo. Es exigente, pero eso es bueno para él y para mí». Jorge, tu turno, cómo te llevas con Abraham y cómo con Víctor. «Para el primero establecemos un marco de relaciones exigentes en seguridad alimentaria, calidad y precios. En la actualidad, y no eso podemos negarlo y Víctor lo sabe perfectamente, el precio es muy sensible. Los momentos, por tanto, los hay dulces y agrios, como en la vida, e insisto, si se gana en eficiencia, ganamos todos». Es precisamente aquí cuando este  directivo de La Española, miembro de la familia propietaria de esta empresa líder en ventas de aceituna con anchoa, desgrana las claves de sus relaciones comerciales con Mercadona: planificación y un marco «estable y definido» que garantiza sus ventas y le permite «crecer e invertir». «Ese modelo lo traslado yo hacia atrás, hacia mis proveedores, y esa planificación diluye sus riesgos y también los míos. Y, reitero, aunque haya un mismo precio, se puede ganar más con mayor eficiencia. Yo y todos los demás». Víctor, por su parte, pone nombre a semejante estrategia: cadena alimentaria sostenible, que es, al fin y al cabo, la filosofía del foro empresarial que dirige (se trata de una organización sin ánimo de lucro). En suma, gestar «marcos de colaboración en las relaciones comerciales, empresariales, mercantiles… y huir de las subastas a ciegas. En terminología inglesa, el win to win de los negocios, donde todos ganen». Víctor mira a Antonio y sentencia: «Sí, como todos, el campo también tiene que ganar. Si matamos al sector agrario, no nos queda nada, y de la agricultura depende el mundo rural. Todos tenemos que cosechar beneficios razonables. Razonables, insisto, no pelotazos. Las luces que debemos poner son las largas. Porque este modelo es posible. Hay empresas que, de hecho, compran producciones agrícolas enteras e incluso adelantan la financiación al agricultor». Es ahora Antonio quien devuelve la mirada a Víctor: «No es una práctica generalizada». E intercede Jorge: «En nuestro caso, La Española, sí lo es. Desde hace muchos años, se anticipa al olivarero el dinero (la financiación) de la recogida, porque los costes de recolección son para él importantes, de ahí que nosotros, conscientes, realicemos ese esfuerzo. Lógicamente, admito que también nos beneficiamos, puesto que lo fidelizamos y, así, nos garantizamos la materia prima. Y con las compañías entamadoras trabajamos con una planificación de retirada (de la aceituna en sosa) y pagos». Se queda rezagado Juan al abrirse un debate a tres que el moderador consiente para facilitar un entente cordiale. Empieza Antonio: «He de reconocer que yo, como agricultor y a título individual, he tenido mucha suerte de estar en esta mesa y trabajar con quienes en ella se sientan. Pero también soy de COAG y la mayoría no tiene esa misma suerte». Le apostilla Víctor: «Pero es que éste es otro modelo, es jugar en otra liga». «¿Sí? Pues vayamos al contrato tipo», replica aquél. «Todas las compras agrarias de todas las empresas a las que represento son por contrato. Debemos fijarnos en aquello que nos une, no en lo que nos diferencia. Defendamos el modelo», responde la contraparte. Es entonces cuando aflora otra cuestión para nada baladí: ¿Cómo se forman los precios desde el campo hasta el consumidor final? «Nuestras estadísticas del IPOD (un sistema, concebido junto con la UCE, que analiza el recorrido de precios) nos dicen que alguien se lleva la tajada más gorda», lanza el agricultor. «¿Sobrará algún intermediario?», sugiere la contraparte. Y he aquí que surge la conclusión: no conocemos con exactitud la configuración de la cadena de valor para eliminar sus ineficiencias y redistribuir entre todos sus beneficios. Tras el asentimiento unánime del quinteto protagonista, Juan retoma la palabra. «Si sobran eslabones en la cadena, que se quiten. Sobre todos ellos estamos vigilantes y denunciamos cualquier irregularidad. Y que nadie interprete que es un denunciar por denunciar, porque lo hacemos siempre con espíritu constructivo». «La regulación es necesaria, sí, y, por supuesto, su respeto», según argumenta el presidente de la UCE, quien pone en valor la utilidad del IPOD, es conocer qué precio ha percibido el agricultor y qué precio hemos pagado usted y yo. Vamos avanzando. Opina Jorge. «La cadena alimentaria debe ser entera sostenible. Pero sí, es más fácil hablar, mientras que al principio quizás estén las relaciones más tensionadas». Como envasadora, La Española, cuenta su directivo, mantiene «un pool (grupo) estable» formado por media docena de proveedores, quienes aportan el 40 por ciento del volumen comercializado de aceituna de mesa. Como entamadora, añade, esta compañía acuña relaciones con un centenar y medio de agricultores. Siempre, sostiene, debe existir un margen para la «flexibilidad» porque, además de garantizarte el suministro, has de tener en cuenta que un bajón del consumo te puede dejar la producción colgada, sin vender. ¿Y traslada a los proveedores esa relación que, como interproveedor, le vincula a Mercadona? «Es idéntica». Nos encarrilamos hacia el final y el periodista introduce la pregunta de si el modelo descrito y ejecutado es posible para el resto de la aceituna de mesa y para el conjunto de las relaciones entre agricultura, industria, distribución y consumidores. Intercede Víctor. «Precisamente para eso estamos aquí, para irradiar modelos a la sociedad. Sí, es posible otro modelo de cadena de valor que cuide y beneficie a todos los sectores que en ella participan. Yo particularmente me encuentro orgulloso de mis empresarios y mis empresas (las del Foro Interalimentario), puesto que lo aplican y tienen un valor humano impresionante. Que no se nos olvide nunca que el consumidor –y en esto señala a Juan– es dueño de la vida». «Y de la muerte», acota Jorge, y se oyen las risas. Y cuando uno cree poner el punto final, Víctor retoma el protagonismo para introducir tres elementos más a este debate. El primero, que hay que llevar a los jóvenes al campo, las nuevas generaciones de agricultores deben saber que hay y puede haber rentabilidad. «Estos hombres –y señala hacia Antonio– lo han pasado muy mal. Pero, afortunadamente, la tecnología les está ayudando. ¿Verdad, Antonio, que las aplicaciones móviles de COAG son fantásticas?». El segundo atañe a la mayor capacitación agraria, siempre mejorable, que permita superar antiguas resistencias, esas que dicen yo siempre cultivo esto y esto seguiré cultivando –«ea, escarolas, en España somos excedentarios y, sin embargo, deficitarios en canónigos, pero vengan escarolas»–. Y el tercero nos introduce en la obligación de la I+D+I+I, donde esta última i mayúscula se refiere a la inversión pero no de boquilla, sino constatable, con trasparencia, que se diga ésta ha sido la inversión y éste el destino, como hacen las compañías socias del Foro Interalimentario. Su gerente, nuevamente, se dirige a Antonio: «Sí, nosotros nos acercamos a los agricultores para conocerlos y que nos conozcan. No todas las empresas son iguales». El agricultor sevillano, cuyos olivos y otros cultivos se encuentran en la localidad de Arahal, rescata su defensa del contrato tipo, y pone sobre la mesa las ventas a pérdida, esto es, las ejecutadas por debajo de los costes de producción. «En las tiendas, la leche no puede estar más barata que el agua y, sin embargo, se ha vendido más barata». Encuentra Antonio una repulsa de todos a esta práctica que, además, como recuerda Juan, es contraria a la legislación actual de competencia. El campo, asienten unánimemente, debe ser rentable. «La administración pública –agrega el representante de COAG– no es efectiva al perseguir estos comportamientos comerciales. No es posible que encontremos aceite de oliva virgen extra a dos euros. No es posible». Juan hace hincapié en el déficit de información de los consumidores. «Desconocen los parámetros del mercado, los procesos que aumentan o restan valor. La sensibilización es necesaria para que no se sienta engañado». «Sí, deben saber que el abrillantador de naranjas lo están pagando y eso no significa que la naranja esté más buena o tenga mayor calidad por el mero hecho de que brille», opinión de Víctor, por todos compartida. «¿Y qué me dicen de la papa francesa lavada, que el consumidor la compra siendo vieja y rechaza la nuestra que es nueva?», aporta Antonio, y otra vez unánime asentimiento. «¿Y de los termitas (puestos callejeros de aceituna de mesa)?», salta Jorge. «Sí, algún día nos darán un disgusto a todos porque no tienen controles sanitarios y las administraciones no actúan, y menos en los pueblos por aquello de que en ellos nos conocemos todos», comparten Antonio y Abraham. El tiempo se agota sin que dejen de salir temas y temas en este distendido ambiente rodeado de periódicos que hacen centenaria historia periodística. No han probado bocado del desayuno. Y viendo cuántas ganas de hablar y en cuánto coinciden, el que esto redacta y del debate levanta acta se pregunta: ¿Y por qué no se reúnen más para lograr esa querida y buscada unidad y ese beneficio compartido? Y para que conste: En Sevilla, a 5 de julio de 2014. El arriba firmante.

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