Manuel Escribano ya está en casa. El matador de Gerena recibió el alta ayer a mediodía, pero quiso comparecer ante los medios a su llegada a Sevilla para referir los pormenores de un proceso de recuperación que se antoja largo. Visiblemente más delgado, ayudado por sus íntimos, el torero dibujó con serenidad el cuadro angustioso de ese viaje agónico entre la localidad avulense de Sotillo de la Adrada y el hospital Rey Juan Carlos de Móstoles en el que le salvaron la vida. Lo he pasado muy mal en el hospital, los días en la UCI, los primeros días en planta pero gracias a Dios he experimentado un cambio radical. Me encuentro muy bien, la herida está evolucionando correctamente y la circulación es óptima, explicó el torero reconociendo que los plazos de recuperación pueden alargarse: Los doctores me han pedido que tenga paciencia. El peligro de los trombos está ahí y en cualquier momento pueden dar la cara; debo hacer una vida totalmente tranquila, sin hacer ningún tipo de esfuerzo; sólo andar lo que vaya pudiendo, explicó el torero haciendo mención al tremendo boquete que tuvieron que practicarle para drenarle la sangre acumulada en su vientre. Tuvieron que abrir toda la pared abdominal y removerme las tripas para reconstruir la vena. Los facultativos le han recomendado un mes de completo reposo. Será un médico cardiovascular el que vaya marcando las pautas del proceso de recuperación. A pesar de todo, Manuel Escribano no quiere dar la temporada por perdida después de convertirse en uno de los toreros revelación de la temporada a raíz de su gran triunfo con la corrida de Miura en la pasada Feria de Abril. Manuel retrocedió hasta los momentos del percance, que recuerda nítidamente: En el tercer par de banderillas me esperó y cuando vino hacia mí me di cuenta de que no iba a coger el quiebro. El toro hizo por él y lo engancho con el pitón, con la mala fortuna que me cogió por la barriga y me llevó colgado hasta chocar con las tablas. En ese rato que estuvo empujando creía que me había metido el pitón hasta dentro y supe que lo que llevaba era fuerte, recuerda el matador. Sentí una sensación de abandono que no había sentido en mi vida, aunque permanecí consciente. Cada vez estaba peor, más pálido, y las cuencas de los ojos se me iban poniendo negras.... En esas circunstancias se decidió su traslado al hospital de Móstoles, una decisión providencial para salvarle la vida. El torero entró en el hospital, a 70 kilómetros de la plaza, al borde de la agonía. Al día siguiente, cuando desperté, me contaron que me habían sacado de la barriga tres litros de sangre y que llegué casi muerto. A partir de ahí todo ha ido bien y en el hospital lo han bordado, se sincera el torero, que aún tendrá que esperar hasta el final de la semana para que el doctor Domingo Jiménez le retire los 35 puntos que le cosen la barriga de arriba abajo. Es duro saber que te has podido ir para el otro barrio, pero espero que esto no me cambie ni psicológica ni físicamente. El toro te tiene que coger, los percances están ahí y nuestro deber es superarlos lo antes posible sin secuelas, concluyó.