Toros

Escribano está en forma

El joven matador de Gerena reapareció en Valdemorillo sin acusar ninguna secuela del gravísimo percance que sufrió hace cinco meses en la plaza de Sotillo de la Adrada. Cortó dos orejas y salió a hombros por la puerta grande.

el 08 feb 2014 / 23:13 h.

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Plaza de toros de Valdemorillo Ganado: Se lidiaron seis toros de Luis Algarra, bien presentados y de juego muy desigual, predominando la sosería. El primero resultó noble; sin contenido el segundo; inválido el tercero; muy a menos el cuarto; rajado el quinto y muy deslucido el que saltó en sexto lugar. Matadores: Manuel Escribano, de lirio y oro, ovación tras leve petición y dos orejas. David Mora, de rosa palo y oro, oreja y oreja. Arturo Saldívar, de marino y plata silencio y silencio. Incidencias: La plaza cubierta registró menos de tres cuartos de entrada. En el exterior, mal tiempo y frío extremo. Manuel EscribanoEl aire de la tarde gravitaba sobre la montera de Manuel Escribano. No se trataba de una corrida más; tampoco era un festejo trascendente para su agenda. Pero el día de ayer ya está marcado a fuego en las entrañas del diestro de Gerena, que volvía a vestirse de torero –un precioso terno de color lirio recamado de flores de oro– cinco meses exactos después del gravísimo percance que estuvo a punto de costarle la vida en aquel anochecer negro entre Móstoles y Sotillo de la Adrada. Sólo había una manera de espantar los últimos fantasmas y Escribano lo hizo citando a su segundo enemigo para quebrar un par sentado en el estribo; así fue cogido entonces. Fue su pequeña venganza personal con ese destino que vuelve a asomarse despejado en el prólogo de una compleja temporada que está por escribir. Pero el diestro sevillano puede celebrar este reencuentro con su profesión y el estreno de su propia campaña con un triunfo que le tuvo que saber a gloria. Manuel se presentaba en Valdemorillo, una plaza que espanta los fríos de otro tiempo con la moderna cubierta que burla el invierno y esas clicogénesis que antes se llamaban borrasca. Se fue derechito, sin perder un instante, a recibir a su primero en la puerta de chiqueros. Lejos del portón, resolvió con una larga limpia el reencuentro con el toro, un ejemplar de Algarra bizco y armado con dos enormes cucharones. Una segunda larga en el tercio fue el preludio de un mazo de verónicas templadas que no lograron sujetar por completo la abanta embestida del animal. A pesar de todo, hacía algunas cositas buenas que luego no se concretaron. El torero banderilleó con desparpajo: cuarteando de fuera a adentro en el segundo encuentro y soplándole el par de la Calafia para cerrar el tercio. El brindis, a su familia, fue tan breve como hondo. Era el pañuelo de muchas lágrimas que ya son sólo un mal recuerdo. Y dándose la coba justa, Escribano comenzó su labor con ayudados por alto y por bajo. La faena, muy templada, también tuvo trazo terso sobre la mano diestra pero el toro cantó pronto su falta de recorrido y su cortito gas. Tampoco le presentó demasiadas complicaciones pero esa falta de entrega impidió que el joven matador pudiera elevar el tono de una labor que sí fue suficiente para mostrar su estado de forma y su completa recuperación. Manuel ató su trasteo metiéndose entre los pitones y cazó a su enemigo de una estocada al segundo encuentro que pudo frenar los entusiasmos. La petición no fue suficiente pero quedaba otro. Ése fue el cuarto, tan serio como el primero y algo más alegre de salida. Escribano se apretó desde los primeros lances y se atornilló al ruedo en unas firmes gaoneras. Pero el momento más trascendental, paladeado por sus íntimos, llegó con ese tercer par dictado desde el estribo que le reconcilió con su futuro. Ya sólo quedaba relajarse y triunfar en una faena alegre y entregada que comenzó con unos pases cambiados por la espalda. Pero los momentos de mayor calidad de su labor llegaron cuando se echó la muleta a la mano izquierda. Ése fue el centro de una faena que tuvo que salvar el desfondamiento progresivo del toro de Algarra, un encierro del que se esperaba más, muchísimo más que el soso comportamiento global de todo el envío. Con un ramillete de manoletinas y una estocada trepidante puso en sus manos las dos orejas que le abrían la puerta grande y le confirmaban que los malos espíritus ya habían volado. El cartel se completaba con el diestro toledano David Mora, que pudo acompañar a Escribano en esa salida a hombros después de cortar una oreja a cada uno de sus enemigos. Sus dos faenas tuvieron distinto color: muy entonado en el manejo de la zurda con el segundo de la tarde –otro toro noble, rajado y claudicante– pero mucho más entregado e importante con el quinto, que brindó a Carmen Martínez Bordiú y a su último acompañante. Algo blando de salida y corto de viajes, obligó a Mora a echar toda la carne en el asador en una faena de toma y daca y pelo alborotado. Pero el diestro de Borox se empleó a fondo sin importarle los rebañones y esos viajes cortos que convirtieron la faena en un juego de esgrima, Eso sí, todo lo que hizo caló en el público de Valdemorillo, que pidió y obtuvo esa segunda oreja que permitía a David Mora estrenar su particular temporada anotándose un triunfo. Había un tercero en discordia. Era el mexicano Arturo Saldívar, que no tuvo demasiada suerte con el tercer algarra de la tarde, un toro que se aplomó por completo después del tercio de varas. El diestro azteca llegó a ensayar algunos muletazos llenos de calidad por el lado diestro. Pero esas fases de buen toreo no pudieron tener continuidad por la falta de fibra de un toro que acabó derrumbándose y claudicando. Así no había manera de sacar nada en claro. Tampoco después. Volvieron a pintar bastos a la salida del sexto. Para entonces la corrida empezaba a prolongarse mas allá de las dos horas razonables que debe durar cualquier espectáculo, taurino o no. Suelto y manso, ese toro que cerraba la primera corrida de la feria de Valdemorillo llegó a arrancarle el capote a las primeras de cambio. Con esa perspectiva, Saldívar hilvanó una faena que se acabó tan pronto como fallaron las fuerzas de su enemigo, que se acabó tan pronto como sus hermanos. Con la noche encima se supo que Escribano había sido elegido por la empresa para sustituir a Alberto Aguilar, que no ha podido recuperarse a tiempo del percance sufrido en tierras americanas. Es la mejor manera de volver a empezar.

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