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Esencia en tarro pequeño

La Relojería (Centro). Un pequeño espacio con espíritu artístico. Pasen a la trastienda y déjense aconsejar, hay sorpresas.

el 07 jun 2013 / 23:10 h.

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Los dueños de La Relojería, Asunción y Enrique. Los dueños de La Relojería, Asunción y Enrique. Por Javier Compás. Poco tiempo tiene este local de la calle Harinas, pero a veces, hay que saltarse la norma de observar como marcha la cosa y dar un empujoncito a quién con ganas y trabajo, quiere salir adelante ofreciendo buenas cosas a sus semejantes. Y ese empeño lo han realizado Asun y Enrique, transformando esta antigua relojería con sus manos, trabajando en las paredes, en los muebles de madera, esa despensa con sabor, esos anaqueles de abacería antigua, el cuadro de Máximo Moreno, toda una alegoría del empeño de estos dos emprendedores, el caballo, tras las rayas del albero, enfrentándose de frente al destino, ese toro de la crisis que embiste a la primera llamada. Estos dos socios han sacado su muleta, pequeña, como ese pañuelito de bolsillo de Curro, para darle dos naturales y el de pecho a las cornás de eso que llaman recesión. Puertecita con escaparates flanqueada de paredes de cal, la misma que viste los gruesos muros del interior, muros de esa Sevilla antigua que guarda el fresco en verano, maderas antiguas, sabor, algún viejo reloj de lo que fue el negocio, el tiempo que se para, se ralentiza, dejamos el sol y las prisas fuera, y nos reciben los ojos grandes y claros de Asun, su sonrisa ancha que agranda la luz del sitio. Pasamos a la rebotica saloncito interior para la charla cómplice, para el botellín helado, para la copa de vino. gastronomia02En los anaqueles de la estantería, latas de conservas, Ubago, Ortiz, Consorcio, Tejero, no son malas marcas. Pero venimos con hambre y nos ponen unos buenos triángulos de tortilla española, ancha, con buenas patatas y buen punto, bien de sabor, quizás un pelín más jugosa nos hubiera hecho ya ponerle el sobresaliente, la pasamos con un botellín de Cruzcampo muy frío, por cierto, lo de marketing de Heineken se han estrujado las meninges y le han puesto una etiquetita que se pone azul intenso cuando está en su punto optimo de enfriamiento, como si al sevillano no le bastara con ver como suda la botella, como, al contacto con la mano sabemos si hay que decir eso de “niño, a ver si tienes uno más frío”. Pero en contra de la primera impresión que nos puede causar el sitio, en La Relojería hay tapas de cocina, el chef es Enrique, que dicen que hace el mejor arroz negro de Sevilla, hemos quedado en que nos avisen cuando tengan. Mientras tanto probamos una ensalada de fabes con salmón, muy bien las fabes, tiernas y frescas con buen punto de aliño, quizás un poquito fuerte el salmón. Muy celebrado es el atún al horno, así como las cocochas, tanto las de merluza a la relojería, como las de bacalao al pil pil, probamos éstas, bien ligada la salsa, gelatinosa, las cocochas tiernas y sabrosas. También trabajan la carrillada de cerdo ibérico, en este caso con una salsa un tanto inusual para la receta, más ligera de lo habitual, más en salsa de tomate que en esa preparación más potente tan de moda con las reducciones de Pedro Ximénez, la carne bien de textura y algo corta de sal y pimienta, se agradece el pan de bollo que viene en canasto de mimbre con picos. La casa va probando vinos, a ver los que se afianzan, de momento no está mal la nómina, La Planta y Balbás de Ribera de Duero, Azpilicueta de Rioja. No va por mal camino La Relojería, que, de seguir así, pondrá su reloj en hora en poco tiempo. Una recomendación, no vayan muchos a la vez que no caben.

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