Jorge Muñoa
Los júniors de oro, campeones del mundo de la categoría en Lisboa 1999, condecorados en varios Europeos y ganadores del Mundial de Japón 2006, derrotaron a Lituania y aseguraron la plata olímpica, el hito de la maravillosa selección de Los Angeles 1984. España sufrió, aguantó un incesante acoso de los bálticos de esquina a esquina, en ataque y en defensa y, con los dientes apretados, se alzó con una victoria impresionante, histórica.
Los campeones del mundo se toparon con lo previsto: un rival aguerrido, sin complejos físicos, más bien todo lo contrario, dispuesto a pasear el músculo -sobre todo, para contener a Pau Gasol- y con una efectividad desde el perímetro matadora.
Desde luego, también encontraron el rastro de un jugador de bandera como Jasikevicius y una calidad colectiva de altos vuelos en todos los efectivos contrarios.
Raúl López ocupó el timón de la nave, que ganó la salida (9-4 m. 4), pero los lituanos consiguieron igualar el potencial reboteador de la selección nacional y, apoyado en la contundencia a la hora de proteger la canasta, emergió en la contienda para igualar el tanteador al concluir el primer corte (21-19).
España repitió el guión del inicio para arrancar en el segundo episodio. Salió con un parcial de 7-1 (28-20), pero la actividad ofensiva de los bálticos cobró una pujanza súbita a través de la muñeca de Rimas Jasaitis, y también por medio de Ksystof Lavrinovic.
Lituania convirtió cuatro triples entre los minutos veintisiete y veintiocho. El propio Jasaitis subió la primera ventaja de los ex soviéticos al marcador (34-37) y, ahí, comenzó un rifirrafe sin tregua. España acusaba la fiereza defensiva de los lituanos.
Tanto Javtokas como Lavrinovic, los dos pívots titulares rivales, sumaron tres faltas por cabeza durante el primer tiempo. Además, el otro pívot, Marijonas Petravicius cometió la cuarta.
En la reanudación, huérfano de noticias de Pau Gasol, Felipe Reyes se erigió en un bastión inmenso, sutil pero rotundo, inagotable, indispensable y salvador.
El asalto, por otro lado, echó un poco más de presión sobre Javtokas y Lavrinovic, que terminaron con la guadaña rozándoles el cuello (cuatro faltas cada uno). España había pasado el peor trago, el goteo de puntos arriba y abajo para uno y para otro, la tensión máxima. Y, como siempre, Pau Gasol también anunció su presencia para batirse en la traca definitiva.
España, con los riñones de Reyes y Carlos Jiménez colorados de tanto pelear -impresionantes ambos-, puso la directa hacia la final. Rudy Fernández en una tacada rebosante de oxígeno (73-71; 76-74 y 78-74) y, cómo no, Pau Gasol doblegaron la resistencia lituana, tocada en la línea de flotación con la eliminación por faltas de Lavrinovic (m. 34). España ya tiene la plata, iguala a la mítica selección de Los Angeles'84 y, por supuesto, sueña con el oro. Soñar es gratis.