La selección española arrancó la segunda fase del Campeonato de Europa con una derrota ante Francia, en un encuentro en el que España desperdició de un último balón para haber logrado un empate que habría situado al equipo en una inmejorable situación para llegar a semifinales. Sin embargo, la imprecisión que lastró el juego español en la segunda mitad impidió que, pese a contar con dos atacantes más sobre la pista, tuviese siquiera la oportunidad de lanzar. Un mal pase de Roberto García sepultó las esperanzas españolas.
La solidez del conjunto galo, al menos de inicio, penalizó cada uno de los fallos de la selección y le impidió consolidar una cierta ventaja en toda la primera parte. Pese a todo, el equipo nacional no desesperó. Por desgracia para España, Karabatic apareció en los primeros compases de la segunda mitad, lo mismo que el barcelonista Jerome Fernández. Entre los dos dispararon por primera vez la ventaja de Francia (17-22).
Pastor recurrió a la entrada de Iker Romero, que ante Alemania tan sólo salió a la pista para lanzar algún que otro penalti. La entrada del vitoriano, si bien no sirvió para recuperar la fluidez ofensiva, al menos sí permitió a España sobrevivir en el marcador.
Los cuatro tantos del barcelonista, así como un par de buenas intervenciones de Hombrados, permitieron acercarse a los españoles a tres tantos (23-26) a diez minutos para el final. La diferencia llegó a quedarse sólo en dos tantos (25-27), que pudieron ser uno si Romero no se hubiese empeñado en lanzar con efecto un penalti que se marchó fuera cuando restaban cinco minutos para el final.
Ese error no fue sino el inicio de un buen puñado de oportunidades perdidas para España -un palo, un rebote imposible, un fallo en el pase-, hasta llegar al despropósito final. Todo impidió la remontada definitiva del equipo español, que ayer demostró estar un pasito por detrás del gigante francés.
