La selección española rompió de golpe con los fantasmas del pasado, los que le impedían un triunfo sonoro desde hace 44 años, al vencer en la final de la Eurocopa a Alemania con un tanto de Fernando Torres, quien con su actuación en el partido definitivo se convirtió en la figura de la "roja".
Llegó España a Austria el pasado 5 de junio convencida de que, de una vez por todas, podía dar un vuelco a la historia y vencer la muralla de los cuartos de final, la que tantos disgustos ha causado.
Para ello preparó Luis Aragonés, que abandona el cargo tras el resonante éxito, una lista, en principio, criticada, pues había en la relación de 23 jugadores 5 que aún no habían debutado.
Sin embargo, con el paso de los días en Neustift, lugar de concentración de la selección en el Tirol austríaco, se pudo comprobar que la convivencia entre los expedicionarios transcurría en armonía, algo de los que los mismos protagonistas presumían.
Un pequeño incidente con Fernando Torres, molesto al ser cambiado en el primer partido ante Rusia, y otro posterior con Sergio Ramos, que repudió a la vista de todos en un entrenamiento a Luis Aragonés unas declaraciones hechas por éste el día anterior, no enturbiaron el buen ambiente general.
España inició su camino hacia el éxito de la mejor de las formas. Se habló siempre de la importancia de ganar el primer encuentro y lo hizo con goleada: 4-1 a Rusia en un duelo en el que irrumpió la figura de David Villa, la gran estrella del equipo hasta que una dolorosa lesión le apartó de la gran final.
El asturiano anotó tres de los cuatro tantos ante los rusos y se encaramó en los más alto de la clasificación de goleadores de la Eurocopa, puesto que ya no abandonó.
Tres puntos y una muy buena imagen para empezar. España había allanado su camino y agrandado su moral. Los buenos síntomas se confirmaron en el segundo encuentro de la segunda fase ante Suecia.
Ante los nórdicos, otra vez saltó la figura de Villa. El delantero del Valencia se sacó de la nada un golazo tras un despeje de Joan Capdevila cuando el tiempo expiraba. Era el 2-1 de un partido en el que los de Luis Aragonés habían sido superiores, pero sufrieron para ganar. El primero de los tantos lo había anotado Fernando Torres.
Con la victoria, España logró la clasificación matemática para los cuartos de final, por lo que en el tercer envite de la fase de grupos Luis alineó a los suplentes, que vencieron a Grecia 2-1 en un partido en el que la selección España logró remontar un 1-0 adverso y marcó el segundo, firmado por Guiza, otra vez en los últimos minutos.
Y se llegó a los cuartos de final. Era el partido clave para la selección, que tenía que demostrar ante el campeón de mundo que podía derrumbar esa fatídica muralla.
Tras un tenso y emocionante duelo, Iker Casillas redondeó su gran actuación y detuvo dos lanzamientos de penalti en la tanda definitiva. Cesc marcó el que daba el pase a España para las semifinales.
Superado el trago de cuartos, España se infló de ánimo, se quitó un peso de encima y se terminó de convencer que ya no había quien se interpusiese en su camino. Jugadores y técnico formaron una piña en busca del título. 3-0 a Rusia en otro magnífico encuentro en las semifinales, y a la final, en la que surgió la figura de Torres.
El delantero del Liverpool, que había declarado a EFE en la víspera que le gustaría anotar el gol de Marcelino en 1964, lo logró en el minuto 33, en el que se fue de Lahm con velocidad y fuerza y batió Lehmann, al que elevó el balón en su salida.
España culminó la competición como el equipo más goleador del torneo y el menos goleado. Terminó con doce goles a favor y tres en contra en los seis partidos disputados.
Los de Luis Aragonés fueron mejores que Alemania. También habían sido superiores en los partidos anteriores. España se llevó la Eurocopa con el reconocimiento general y rompió con el pasado. En Austria, marcó un antes y un después y a partir de ahora se hablará de otra forma de la selección y del fútbol español.
