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“España se queda para sí los logros de Europa pero le culpa de sus males”

Un portavoz de Bruselas en España admite que explicar la UE es “imposible”. Tarradellas advierte de que el desinterés por Europa debilita a sus instituciones.

el 23 mar 2013 / 09:59 h.

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Hay una anécdota sobre Henry Kissinger que explica la apatía que inspira la idea de acercarse a esa compleja maraña política y burocrática llamada Europa. En los 70, el secretario de Estado norteamericano había diseñado una operación militar en el exterior (una de tantas). Alguien le preguntó: ¿deberíamos llamar a Europa para informarles? Kissinger, aburrido, respondió: “¿Cuál es el número de teléfono de Europa?”. Foro Hablemos de Europa con el representante europeo Ferrán Tarradellas. Ferrán Tarradellas, representante de la Comisión Europea en la oficina de Barcelona, decidió el jueves impartir su conferencia de pie, para ser más instructivo. Cuando se habla o se lee en los medios sobre Europa (prácticamente a diario), “el público no identifica de quién se habla”, dijo ayer el portavoz de la Comisión Europea en Barcelona, Ferrán Tarradellas. ¿Quién es Europa? ¿El presidente Durao Barroso, el presidente Van Rompuy, el presidente Dijsselbloem, el presidente Martin Schulz, el presidente interino de la UE, el irlandés Enda Kenny...? ¿Quién toma las decisiones importantes en la UE? ¿El Parlamento europeo, la Comisión, el Consejo Europeo? Últimamente, desde que Bruselas aprieta las clavijas a los Estados con más deuda, la prensa ha simplificado todo señalando a Angela Merkel. Pero la realidad es más compleja, lo cual hace de Europa una realidad difícil de comunicar, una “misión imposible”. Éste fue el punto de partida de la conferencia que ofreció Tarradellas en el Foro Hablemos de Europa, organizado por El Correo, con ayuda del Parlamento Europeo, en el hotel Colón. El trabajo de Tarradellas es hacer de puente entre Bruselas y los medios de comunicación en Barcelona. Hay un Tarradellas en cada uno de los 27 Estados miembros de la UE para ayudar a que los españoles, griegos, franceses o lituanos identifiquen al emisor, Europa, y reconozcan el mensaje. El objetivo no es otro que el de superar el complejo de las instituciones europeas de no saber comunicar bien. “La Comisión Europea nunca ha pasado a la historia por su capacidad para comunicar”, advirtió el periodista. Uno de los problemas, dijo Tarradellas, es que Bruselas (donde se toman las decisiones) está demasiado lejos de Andalucía, (donde cobran forma las decisiones y donde se lee la noticia). Esa distancia difumina el interés de los andaluces respecto a Bruselas. Sin embargo, Tarradellas cuestionó que los agricultores andaluces no conozcan quién es el comisario europeo de Agricultura y en cambio sí el nombre del consejero andaluz que dirige estas políticas. “El comisario Ciolos tiene más poder y puede ayudar más a los agricultores que el consejero Planas. Sus decisiones sobre la reforma de la Política Agraria Común (PAC) tienen más impacto en el campo andaluz que las de la Junta”, dijo. El 70% de las leyes que se hacen aquí no son decisiones del Gobierno español ni del Parlamento andaluz, son transposiciones de directivas de Bruselas. “Las leyes las aprueba el Parlamento y el Consejo Europeo, y se transpone la directiva, vía decreto ley, en las legislaciones nacionales. Si la medida es popular y da votos, aparece un ministro y anuncia la decisión en nombre del Gobierno de España. Si es impopular, dirá que Bruselas ha obligado al Gobierno a aprobar una medida con la que no están de acuerdo”. Tarradellas debe estar acostumbrado a ver esta escena, pero no parece quitarle el sueño. “El problema de Europa no es que la gente hable mal de ella, sino que no hablen”, dice, parafraseando a Oscar Wilde. Sin embargo, la tertulia posterior a la conferencia demostró que no es un mal menor. Si los Estados miembros, incluida España o Andalucía, por intereses nacionales o de partido, se arrogan la autoría de los logros del consenso político en Bruselas, y en cambio utilizan al Parlamento y a la Comisión como chivos expiatorios de las políticas más restrictivas o impopulares, “Europa se convierte en una entelequia”. Pero esto no es lo que más le asusta a Tarradellas, el cual parece haber interiorizado que los medios y la opinión pública alemana alimenten la idea de que su país está sufragando el sur de Europa, mientras que los españoles, portugueses, griegos o franceses culpabilizan a Merkel del exceso de austeridad que ha impuesto en toda la UE. “Que haya diversidad de políticas y de opinión pública no es el problema. Nos unen cosas más fuertes. Lo que nos falta es que las instituciones europeas que representan y mantienen esos vínculos tengan la misma fuerza”.

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