La selección española de balonmano tratará de cerrar la herida abierta en el pasado Mundial de Croacia, donde acabó en una decepcionante decimotercera plaza, con una buena actuación en el Campeonato de Europa de Austria que le permita recuperar su puesto entre la élite.
Un objetivo que parece más factible con la incorporación al conjunto nacional del portero del Ciudad Real, el hispano-serbio Arpad Sterbik, uno de esos jugadores capaces por sí solos de cambiar el rumbo de un equipo.
De hecho, gran parte de las aspiraciones de España en tierras austriacas se sustentan en la solidez de la portería que conforman el propio Sterbik y su compañero en el conjunto manchego José Javier Hombrados, primera piedra del entramado defensivo con el que España confía en recuperar el prestigio perdido.
Una de las novedades que presentará en Viena el seleccionador nacional, Valero Rivera, será la vuelta a una defensa 6-0, durante muchos años una de las señas de identidad del equipo nacional y pese a que esta opción no acabó de convencer hace unos días en Badajoz, pese a las victorias, ni ante Suiza ni Rumanía.
En la primera fase España se enfrenta a la todopoderosa Francia, máxima favorita al título continental, y a las siempre rocosas Hungría y la República Checa. Igualmente complicados se perfilan los rivales en la segunda fase, a la que acceden los tres primeros clasificados de cada grupo, y en la que España se cruzará con Polonia, bronce en el último Mundial, Alemania, Suecia o Eslovenia.
Pero si hay un torneo que se le ha dado históricamente bien a la selección es el Europeo, en el que España acumula tres medallas de plata y una de bronce en ocho ediciones.
