No es peyorativo sino todo contrario. Antes se decía: te gastas menos que Andorra en espías; a mí siempre me ha parecido un piropo porque significa que no los necesitan porque no hay nada que espiar. Otra cosa es que, por tanto ahorro presupuestario, los que haya sean de bajo nivel profesional. Distinto es Reino Unido que, como tiene mucho que espiar e insuficientes agentes, parece, los busca por la radio para engrosar así la nómina de OO7. También es verdad que en Andorra no hay conspiraciones, crispación, ni radiopúlpitos en maitines, aún siendo el copríncipe de los valles el prelado de Urgel; en cambio, en Gran Bretaña sí se conspira, por ejemplo, por las veleidades principescas, y sí hay prensa amarilla aunque no consta que emisoras cismáticas anglicanas prediquen la insurrección.
Es decir, cada uno tiene espías a su medida, los que necesita o contrata, si son privados. Y se abre el debate y, por qué no, los programas electorales: ¿Son mejores los espías públicos o los privados? ¿Son los espías del CNI los que necesitamos? ¿Está el sector privado de espías homologados con Europa? ¿Qué dice ZP o Rajoy? La opinión pública -es un clamor- tiene la idea de que los espías españoles no están a la altura. Son torpes; en primer lugar, porque los trincan y se sabe su nombre y apellidos; en segundo, porque no saben falsificar o manipular ni un vídeo, y, en tercer lugar, porque lían a los periodistas -y encima se roban las pruebas de los juzgados-. Difícil tarea para los jueces: ¿quién es el Superagente 86 y quién es Kaos? ¿Le pasaría esto a Bond o al Washington Post? ¿Somos un caso o El Caso?
Javier Aroca es licenciado en Derecho y Antropología