Capi pelea un balón con un jugador del Rayo.
Fue la reflexión o presagio de un tal Rafael Gordillo Vázquez, a la altura del Puerta del Príncipe, Real Maestranza de Caballería, Paseo de Colón: “Alejandro, lo único que le hace falta a este equipo es una rachita de triunfos, ganar dos o tres partidos seguidos, que aún no lo ha hecho; verás cómo todo cambia en cuánto cojan una mijita de confianza”. Era en vísperas del Betis-Hércules. Y Gordillo se repetía: “A la afición del Betis sólo hay que pedirle que apoye siempre al equipo y que los chavales, los jugadores, sientan que no están solos. Lo que tiene que hacer este equipo es ascender, que está capacitado, y en lo demás no hay que pensar”. Rafael Gordillo, vendaval zanquilargo del Polígono, habló como un viejo diablo senequista. Algo después, paseado a hombros por béticos viejos, Rafael ha dicho cosas parecidas, casi iguales.Y así va siendo. El golpe providencial de Cartagena ha inyectado al Betis una sobredosis de moral y autoestima. Lo que era negro muta en verde. Redimensionado en físico y fútbol, el Betis resurge y atomiza al pobre Rayo, menos Rayo sin Mel. Casi todos los resultados ajenos huelen bien: sólo un puntito para Cartagena y Levante, derrotas de Hércules y Numancia… y un solo triunfo de un rival directo, Real Sociedad, en cruce con el Numancia. El Betis salta sobre Numancia y Levante y ya acosa al Cartagena, al que en sólo dos jornadas ha recortado cinco puntos sobre una distancia de ocho… más el cociente particular. Asombroso vuelco.
Quedan 45 puntos, viene la parte llana del calendario y resulta objetivo escribir que el Betis depende de sí mismo. En todos los sentidos. Con o sin disparates. Va a Irún, Real Unión, y recibe al Castellón. En plena ‘rachita de Gordillo’, cabe pronosticar que ya mismo estará en ascenso… si no hay meteduras de pata. A Víctor Fernández toca mantener la tensión. Y de juzgados y cosas similares, ya se hablará en junio. A ser posible, en Primera. Yo digo lo que dijo Gordillo.
