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"Estamos lejos de una solución al Alzheimer por falta de conocimiento"

Agnès Gruart i Massó (gironés de 48 años) intenta descifrar los mecanismos por los que conseguimos recordar. Su investigación es tan importante que puede, con el tiempo, eso sí, dar con la tecla que desactive el Alzheimer.

el 21 may 2011 / 17:07 h.

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Agnès Gruart, en su laboratorio de la Olavide.
-¿Cuál es el mecanismo que hace que recordemos cosas?

-Muchas teorías decían que había un sitio en el cerebro donde se almacenaban cosas, una especie de cajón. Cada vez se sabe más que eso no es así. No es una única estructura, sino que son varias, de manera que para recuperar la memoria tendríamos que recuperar circuitos. Una cosa es cierta: cuando se estudian varios cerebros no hay muchas diferencias, por tanto, no parece que sea un cambio estructural, es decir, que alguien con más memoria no es que tenga más proteínas o más moléculas.

-En su grupo de investigación están especializados en memoria y en enfermedades como el Alzheimer. ¿Se han generado más expectativas que realmente resultados hay?

-Sí, sí, es muy difícil saber cuál es la relevancia de los resultados. Lo que es seguro es que cualquier tipo de investigación va a aumentar el conocimiento y, en cualquier momento, va a ser útil. Pero, consciente o inconscientemente, estamos suponiendo que los resultados van a traer una mejora en personas con alzheimer. Tenemos que ir con cuidado. No se puede jugar con ello. No se puede valorar hasta que no se anden todas las fases.

-Con los resultados que hay, ¿se puede decir que habrá una solución para el Alzheimer?

-Creo que aún no se conocen todos los síntomas de la enfermedad, ni el momento ni la evolución de éstos, como para poder ver cuál es la solución. No hay buenos modelos animales. Tenemos un conjunto de síntomas de la persona con Alzheimer, pero no están claros. Estamos lejos de una solución, pero por falta de conocimiento.

-Sigue siendo, pues, una enfermedad desconocida.

-Por eso es tan importante la investigación básica. No todo puede ser aplicado.

-¿Cree que la profesión de investigador está minusvalorada? ¿Cuántas horas le dedica usted?

-Ésta es una profesión en la que no puedes tener horarios. Si lees algo, si ves en la televisión una noticia que está relacionada con tu trabajo... todo eso son horas que dedicas a tu investigación, a pensar en la materia. La investigación es más una forma de vivir que una profesión.

-¿Resulta fácil investigar en España?

-Hubo un tiempo en el que me atrevería a decir que hemos tenido bastante financiación. No sé lo que va a pasar ahora. Siempre hay de qué quejarse, pero creo que hemos pasado un tiempo en el que, si alguien tenía una idea, podía desarrollarla, sin excepciones. Lo que no sería de recibo es que se recortara en proyectos que ya están en marcha y que funcionan.

-¿Es la Universidad española el mejor sitio para investigar? ¿Debería tener otro estatus?

-Lo que realmente nos está maltratando a los investigadores es la burocracia. En cuanto a la docencia, sí hay una proporción de horas adecuada, aunque esto puede cambiar con los recortes. Es un hecho que los profesores asociados con los que contábamos no los tendremos y deberemos asumir nosotros esas horas de clase.

-Y esto merma los resultados.

-Totalmente, totalmente. Pero lo peor es la gestión, que se ha multiplicado sin necesidad. Antes teníamos que justificar que el dinero recibido lo habíamos invertido en la investigación. Pero ahora nos piden incluso que digamos cómo repartimos las vacaciones...

-¿Cuántas veces ha tenido la tentación de irse?

-Uhmm, no digo que no, pero con poco convencimiento. Si todos hiciésemos lo que tenemos que hacer con mucho empeño... Nuestra sociedad es cómoda. Esperamos ser funcionarios. No tengo claro que las universidades tengan que ser sustentadas por los gobiernos. He conocido universidades americanas en las que obligan a los investigadores a buscarse los recursos. Y no estoy de acuerdo con hacer ciencia que no sea competitiva, porque eso sí que es tirar el poco dinero que hay.

-Desde que llegó a Andalucía, ¿cuál ha sido la evolución en materia de investigación?

-Llevo 20 años aquí y, en algunas áreas, el nivel es igual que en otras zonas punteras de España. Creo que estamos compitiendo muy bien. Cuando nos comparamos con el resto del mundo, sí es verdad que hay quien está mejor porque no tiene que hacer cosas que a nosotros nos complican el día a día.
Si realmente los grupos hacen su trabajo y lo hacen bien, hay que dejarles trabajar.

-Pero no sólo fallan las administraciones, también faltan empresas que asuman el riesgo de invertir en investigación aunque los beneficios no sean instantáneos.

-Cuántas instituciones en EEUU no donan dinero para investigar... A mí me gustaría saber el porcentaje de gente que trabaja en la Universidad.

-Usted pertenece a la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT). ¿Hace falta una organización así?

-(Ríe) Uy, creo que sí. En los últimos 30 años no ha cambiado prácticamente nada. Da la sensación de que hay muchas mujeres porque en los primeros estadíos son mayoría. Pero aún hay, por ejemplo, más mujeres empezando tesis doctorales y, sin embargo, son los hombres los que las terminan.

-La Universidad de Sevilla ha aprobado un reglamento para garantizar la presencia de las mujeres en los órganos de poder. ¿Es partidaria de las cuotas?

-Es muy polémico, pero han sido tantos años de marginación, que es la única forma de compensar. Para normalizar, hay que hacer llegar a las mujeres a puestos y sitios donde antes no podían hacerlo.

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