Cultura

Estampida en ‘Gran Hermano’

Sólo estaba prevista una salida de Gran Hermano el pasado jueves, pero fueron cuatro los concursantes que abandonaron la casa de Guadalix por diferentes motivos.

el 18 sep 2009 / 19:17 h.

Sólo estaba prevista una salida de Gran Hermano el pasado jueves, pero fueron cuatro los concursantes que abandonaron la casa de Guadalix por diferentes motivos. Gonzalo, Pilarita, Ángela y Lis consiguieron atraer a un 24,5% de la audiencia en una maratoniana gala que duró más de cuatro horas.

No es la primera vez que la dirección del programa despide a alguien por agresivo. En la segunda edición de GH Carlos fue expulsado por su violenta relación con sus compañeros, e incluso llegó a decirle a alguno “te meto dos yoyas que te van a temblar las orejas”. En esta ocasión, expresiones como “le voy a arrancar la cabeza”, refiriéndose a Pilarita –a la que llegó a agredir dándole un golpe con una silla–, han motivado la salida del argentino Gonzalo.

Como era previsible, Pilarita fue expulsada por el público, pues parece ser que la gallega era un poco cargante con sus compañeros. En cambio, Ángela tuvo que abandonar la casa por no conseguir ocultar su relación con Laura, pues Lis –habitante de la casa espía– sospechaba que eran pareja y así lo manifestó cuando acudió al confesionario; acertó y eso conllevó la salida inmediata de Ángela. Aunque parece que los remordimientos no dejaron dormir a Lis y, de madrugada, manifestó su deseo de abandonar, como así fue, no sin antes pedir hablar con su abogado.

La primera emisión de Gran Hermano marcó un antes y después en la televisión hace ahora diez años, cuando convirtió al mundo en un voyeur y democratizó un concepto catódico que fue evolucionando desde el reflejo de la cotidianidad hasta el desfile de extravagancias. “No tenía ni idea del fenómeno global que teníamos en nuestras manos. Cuando se nos ocurrió la idea estuvimos dos años desarrollándola y pensamos que estábamos trabajando en un formato local”, explica Paul Römer, que junto a su hermano Bart, Patrick Scholtze y John De Mol alumbraron un fenómeno televisivo sin precedentes. Desde entonces, el género del reality empezó a copar la televisión, se inauguró el formato de programa con 24 horas de emisión y se puso a prueba la capacidad de interactuar con la audiencia de manera especialmente lucrativa, mientras que el mundo asumió su papel de fisgón impune sin ningún pudor.

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