La Bienal vuelve hoy la vista a los orígenes del arte jondo, a su vinculación con el mundo rural e, incluso, a los inicios del andalucismo. La compañía de Rafael Estévez y Valeriano Paños estrenan esta noche, a las 20.30 horas en el Maestranza, una versión de La consagración de la primavera, un ballet compuesto por Stavinsky y coreografiado por Nijinsky para los ballets rusos de Diaghilev que el próximo año cumple un siglo. Los bailaores y coreógrafos lo trasladan al campo andaluz, inspirados por Blas Infante y sus teorías sobre el nacimiento del flamenco -fellah-mengus-, los cantes de trilla, las ocupaciones de tierras en Marinaleda... Y lo hacen aplicando la máxima que los ha guiado hasta ahora: "El baile flamenco y la danza española no son piezas de museo".
Precisamente la crisis y cómo está volviendo a agitar a los jornaleros está detrás de este montaje, dividido en dos partes. En la primera, titulada Tierra, se incluyen estilos tanto del flamenco como del folklore español de temática campesina. La segunda parte trabaja sobre la partitura de Igor Stravinsky La consagración de la primavera. La obra, presentada ayer, cuenta con la colaboración de Antonio Ruz, habitual en los trabajos del dúo, y Antonio Canales. También participan Rosana Romero, bailarina principal y ayudante de dirección, así como con los bailarines Carmen Manzanera, Sara Jiménez, Macarena López, Ana Latorre, Sara Arévalo, Andoitz Ruibal, Daniel Morillo, Jesús Perona, y Manuel Ramírez. Al cante estará Rafael Jiménez Falo, Sandra Carrasco, David El Galli, e Israel Fernández.
Los bailaores y coreógrafos Rafael Estévez (Huelva, 1979) y Valeriano Paños (Córdoba, 1976) explican que la idea de montar La consagración "viene de nuestra admiración por los ballets rusos de Diaghilev y lo que significaron para la danza española, pues son culpables del concepto de compañía de baile flamenco desde Antonia Mercé La Argentina, hasta nosotros". De hecho, este montaje esconde un intenso trabajo de investigación, que desarrollan desde 2007 y que han volcado no sólo en el estudio de la música, sino también en el contexto que refleja su versión. "Hemos encontrado paralelismos como, por ejemplo, que la primera intervención pública de Blas Infante defendiendo que el campo era de los andaluces tuvo lugar días antes del estreno del ballet", detallan. El padre de la patria andaluza tenía, de hecho, su propia teoría del origen del flamenco: "Él sostenía que la palabra viene del árabe fellah-mengus, que significa campesino huido", recuerdan.
Por ello han explorado la relación del flamenco con el campo. Por un lado están "los cantaores que han trabajado el campo, sobre todo en la viña jerezana, como Juanichi el Manijero, Antonio Frijones o Tío José de Paula". Y por otro, los cantes de labor. Esos estilos son el eje de la primera parte: Tierra. Rafael Jiménez Falo y Sandra Carrasco interpretarán "cantes flamencos del campo, cantes populares andaluces y folklore del resto de España, que guardan gran similitud". Concretan que "hay un cante de arada de Salamanca que es casi un martinete de Jerez y unos cantes de Mallorca que encajan por liviana".
Esa parte se desarrolla sólo con voces, percusiones hechas por los bailarines con aperos de labranza y bailes que están inspirados en los movimientos de la faena, que son pura coreografía. Las pinturas de Millet, Goya o Diego Rivera, y las fotografías de Mario Fuentes tienen su eco en los bailes, que reflejan "la dureza, el hambre, la necesidad... y también lo lúdico". Lo plasman con bailes que ponen el acento tanto en lo coral, como en las individualidades.
Para llevar a cabo este proyecto tienen el beneplácito de Millicent Hodson, que gestiona los derechos de la obra. "Cuando nos conocimos en Berlín estando en un laboratorio de creación con Juan_Kruz Diaz de Garaio Esnaola, nos dijo que no entendía por qué el flamenco no había hecho una versión del ballet, cuando era perfecto".
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