Decenas de sevillanos guardaban cola para ver la exposición Íberos, nuestra civilización antes de Roma, de la Obra Social de la Caixa. / Manuel R. R. (Atese)
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Una vez más, la Noche en Blanco, heredera de la recordada Noche Larga de los Museos, cumplió con las expectativas y logró que el público sevillano más ávido de cultura saliera anoche a llenarse las pupilas de arte. Opciones, desde luego, había para todos los gustos: medio centenar de espacios culturales se sumaron este año a esta iniciativa del colectivo Sevilla se mueve, desde el Casino de la Exposición a la Casa de la Provincia, pasando por el Pabellón de la Navegación o el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC).
Las animaciones no faltaron a pie de calle.
Entre las incorporaciones más recientes al programa nocturno destacaron la cripta arqueológica de la Encarnación, el centro de interpretación del mudéjar del Palacio de los Marqueses de la Algaba o la cisterna romana de la Plaza de la Pescadería, rincones de la ciudad que muchos visitantes descubrían por primera vez gracias a la Noche en Blanco. Por su parte, la asociación Legado Expo organizó una visita nocturna a la torre Shindler, en la isla de la Cartuja. Otros participantes destacados fueron la galería Rafael Ortiz, del Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (Cicus) y la exposición Ìberos nuestra civilización antes de Roma, en la plaza de San Francisco. Desde las 21.00 horas hasta las 2.00 de la noche, espectadores de todas las edades tuvieron la oportunidad de disfrutar de estos y otros espacios en una franja horaria y bajo una atmósfera muy distinta de lo acostumbrado. Con la asistencia de una línea de autobús gratuito y el respaldo probado del público, la Noche en Blanco se consolida en el calendario cultural hispalense.
