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Estrenar nuevo curso nunca costó tanto a los padres

Los recortes y la subida del IVA fueron los grandes protagonistas en la vuelta al cole.

el 10 sep 2012 / 13:22 h.

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Los alumnos de Primero de Educación Infantil (3 años) del colegio Sor Ángela de la Cruz disfrutaron de su primer día de colegio entre los llantos de algunos y la ilusión por el estreno de otros.
Un padre lleva a su hijo al primer día de colegio.

Los escolares estrenaban curso y como novedad un nuevo compañero de pupitre que no había aterrizado nunca con tanta fuerza como ahora. Los recortes y el IVA protagonizaban el regreso de los más pequeños a las aulas que, ajenos a todo, repetían las escenas de cada año en un especie de bucle a las puertas de cada colegio. Cambiaba el entorno, pero el paisaje era el mismo. No faltaban los llantos de los que se estrenaban, como siempre con cierto desapego a abandonar los brazos de la madre, ni tampoco la sonrisa contagiosa de algunos de los mayores, que sólo mostraban cierta alegría por el regreso cuando se reencontraban con esos amigos a los que habían perdido la pista durante el verano.

Poco había cambiado en este aspecto frente a las imágenes que ofrecía el arranque del curso doce meses atrás. A pesar de que la Junta había optado por no aumentar las ratios en los centros, aunque el número de interinos sí había disminuido considerablemente -aproximadamente unos 4.500 menos en el conjunto de la región-, las clases contaban para este estreno con dos nuevos compañeros de clase. Los recortes y la temida subida del IVA el primero de septiembre eran los grandes protagonistas de la mañana. No hacía falta más que prestar un poco de atención a las animadas conversaciones que mantenían los padres en los tradicionales corrillos a las puertas del centro para comprobarlo. "¿Cómo ha ido el verano?", preguntaban protocolariamente. A partir de ahí, sólo precios del material, los libros, los uniformes, la papelería... y así hasta un largo etcétera que completaba una interminable lista de gastos de la que a muy pocos le cuadraban las cuentas. "Todo sube menos nuestros sueldos", mensaje que no por tantas veces escuchado dejó de oírse ayer.

A diferencia de otros años, los pequeños sólo estrenaban ilusión por volver. La situación había provocado que se cerrara el grifo a la compra casi compulsiva de nuevos materiales, muchos de ellos acumulados curso a curso casi sin estrenar. Por eso la sensación era que este año los padres habían optado por reciclar lo ya usado. Colgada de la espalda de los niños se veían muy pocas mochilas de estreno, casi ninguna. En ellas seguían ganando protagonismo los personajes de dibujos infantiles que ya el pasado año causaban furor entre los pequeños. Como si de un flasback se tratara, Bob Esponja y Dora La Exploradora se rifaban el honor de ser lo más queridos. Otros como Cristina había recurrido a los clásicos Disney, la misma que ya llevara en su estreno escolar del pasado año. "Estaba nueva, ¿por qué no la iba a traer también este año?", explicaba su abuela. Quedaba claro que la mentalidad de las familias había cambiado por completo.

A MADRUGAR.
Al margen del recorrido de un tema que preocupaba mucho más a los padres y los abuelos -también a algún que otro docente- que a lo más pequeños, era el día de la vuelta al cole con todo lo que eso conlleva. Otra vez sonaban los odiados despertadores, los pequeños se hacían los remolones en la cama, acostumbrados a unas vacaciones sin horario, y la rutina -también los temidos atascos- volvían a dibujar el paisaje de cada septiembre en la ciudad. Tocaba madrugar. Y así lo entendieron desde el primer día los alumnos del colegio de Infantil y Primaria Sor Ángela de la Cruz, ubicado el barrio de San Julián. Ellos estrenaban el curso los primeros, por eso de ir acostumbrándose a la hora de siempre.

Eran las nueve de la mañana cuando puntual a la cita la sirena del centro volvía a sonar. No lo hacía desde finales de junio pero el mensaje fue rápidamente captado por todos los alumnos. El patio se llenó de filas ilusionadas por el primer día con los interrogantes de siempre sobre qué aula tocará y para quién será la suerte de estrenar al profesor que se incorpora al colegio para este curso. Eso pasaba en San Julián aunque realmente era una imagen que se repetía centro a centro según avanzaba la mañana e iban produciéndose el resto de presentaciones en los colegios.

En la fila de Tercero B, Elena comentaba eso con sus amigas. Había tenido la "suerte" de que le tocara como tutora una joven de sólo 23 años que llegaba al centro tras haber probado suerte en el mundo de la docencia en otros colegios. La felicidad que mostraba la pequeña de siete años era doble. Por un lado la "ilusión" de volver a clase, a pesar de los "nervios" que no la habían dejado a dormir "en toda la noche". En el otro, "la nueva seño", lo más comentado entre sus compañeros.

Mientras tanto, Miguel Ángel, el director del centro, trataba de calmar en la puerta a los padres de los más pequeños. Que los niños lloraran entraba dentro de los previsto, pero no tanto que a algún que otro padre se le vidriaran los ojos al verlos entrar. La melodía más ruidosa la provocaba la pequeña Daniela que, con sólo tres años, llegaba por fin "al cole de los mayores". A su madre, Beatriz Gómez, le costaba mucho decirle adiós. Ella lo reconocía, "me ha dado mucha pena dejarla así, llorando". Su realidad era la misma que la del resto de sus nuevos compañeros.

Ahora sí comenzaba realmente el nuevo curso. Los padres se marchaban esperando la hora de la salida, los pequeños, con más o menos ganas, se repartían poco a poco en las que serían sus aulas durante los próximos diez meses. Con cierto retraso sobre la hora prevista, llegaba uno de los últimos alumnos al centro. "Adiós hijo, que tengas un buen día", le decía su padre. Era la frase más escuchada del día. Volver a empezar ya era una realidad.

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