Israel violó el domingo la tregua que decretó el sábado de forma unilateral sin contar con los milicianos palestinos. Hamás anunció ayer un alto el fuego inmediato pero amenazó con reanudar las hostilidades si Israel no sale de su territorio en una semana. Israel no tomará en consideración ningún plazo para retirarse de Gaza hasta que los milicianos no dejen de disparar cohetes. Hamás no tiene seguridad de poder convencer a los pequeños y numerosos grupos de combatientes palestinos para que cesen el fuego.
El tira y afloja de las partes en la franja de Gaza pone en evidencia el enconamiento de un conflicto cuya resolución marcaría, sin lugar a dudas, el inicio de una nueva era en Oriente Próximo y en el equilibrio de fuerzas mundial. La manifiesta ineptitud de Naciones Unidas para ponerse al frente de esta misión postergada hasta la sinrazón hace necesaria una reflexión seria sobre la responsabilidad internacional en los arbitrarios abusos y agresiones contra el pueblo palestino. La cumbre de ayer en Egipto, en la que, además del país anfitrión y el secretario general de la ONU participó una nutrida representación de la Unión Europea junto a los países árabes más moderados, pone en evidencia el protagonismo cada vez más relevante que la UE puede asumir en la resolución de los conflictos internacionales.
Europa no parece ajena a esta posibilidad y el mismo Javier Solana, alto representante de la política exterior de la UE, dijo ayer que la retirada de las tropas israelíes debería permitir consolidar un alto el fuego y la apertura de las fronteras de la Franja para permitir la entrada de ayuda humanitaria, asegurando que "si es necesaria la presencia sobre el terreno de la UE en los puntos de cruce, estamos preparados para que sea de manera rápida". Este pequeño paso al frente de Europa puede ser de gran calado en la escena internacional, toda vez que la conciencia social y humanitaria del mundo parece latir en el Viejo Continente y que la movilización contra el genocidio palestino ha sido capitaneada por Europa.
