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Europa estrena el Tratado de Lisboa

La Presidencia española inaugurará los cambios institucionales.

el 30 nov 2009 / 20:32 h.

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Los líderes de los Veintisiete tras el Consejo Europeo del pasado octubre.
El Tratado de Lisboa que se aprobó el 13 de diciembre de 2007 por fin entra hoy en vigor, aunque su aplicación será paulatina y muchos de sus aspectos se irán cambiando de forma gradual. El texto firmado en la capital portuguesa es el heredero de la fallida Constitución europea y persigue una mejora del funcionamiento de la institución, aumento de democracia interna y un mayor peso exterior.


Tras casi ocho años de negociación entre los Veintisiete para aprobar un documento común que supusiera un mayor compromiso por fin todos se pusieron de acuerdo. El camino hasta la ratificación completa fue largo y difícil, con tres referendos negativos (en Francia y Holanda en 2005, y en Irlanda en 2008) y manipulaciones de todo tipo.

La Presidencia española de la UE, durante el primer semestre de 2010, será la primera plenamente regulada por el nuevo marco, que cambia de manera sustancial las reglas de juego y confiere a la Unión más competencias y visibilidad. "Se trata de hacer que la máquina funcione, y funcione bien, desde el primer día", aseguró un diplomático español clave en los preparativos para el día de la entrada en vigor del Tratado de Lisboa.

Nuevas reglas del juego. El Tratado de Lisboa introdujo algunas innovaciones claves, como la creación de un presidente estable del Consejo Europeo o de una "ministra" de Exteriores con "doble sombrero" y aunque subsisten dudas, el éxito de su encaje dependerá en gran medida de la actitud y capacidad de las personas designadas.


Así el belga Herman Van Rompuy y la británica Catherine Ashton asumirán hoy en el papel sus nuevos cargos respectivos de presidente del Consejo Europeo y Alta representante para la política exterior y de seguridad, aunque no los ejercerán plenamente hasta enero.
Lisboa representa el final de un proceso de reformas impulsado sobre todo por Alemania, con el objetivo de "reequilibrar" la Unión devolviendo a los Estados más grandes parte del peso e influencia que habían perdido como resultado del ingreso en el club de una decena de países medianos o pequeños.


Aparte de modificar las reglas de voto, el nuevo tratado persigue hacer más eficaz la toma de decisiones en Europa y, para ello, generaliza el recurso a la mayoría cualificada, lo que reduce la capacidad de veto de los estados y otorga más poder al Parlamento Europeo (PE) que se elegirá por sufragio universal cada cinco años.

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