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Europa no permite echarse una siesta

El Sevilla afronta la segunda vuelta de la liguilla como líder, pero sólo con un triunfo en tres duelos. El pasado muestra que cualquier traspiés dejaría al campeón sin su competición.

el 05 nov 2014 / 09:15 h.

Standard de Lieja – Sevilla FC. / Foto: Manuel Gómez En la imagen, Krychowiak en una acción ante el Standard. Foto: Manuel Gómez El 16 de mayo de 2007 el Sevilla levantaba en Glasgow su segunda Copa de la UEFA consecutiva y se consagraba como uno de los clubes dominantes en el panorama europeo. No en vano había sido capaz de alzarse con la Supercopa el verano anterior ante el todopoderoso Barcelona de Ronaldinho, Messi y Eto’o. Después vendría una participación en la Champions  con su particular decepción debido a la eliminación por penaltis a manos del Fenerbahçe. En la temporada siguiente Nervión volvería a su UEFA, el torneo que tanta gloria le estaba dando en esa década. Sólo un año y siete meses después de ese segundo título en tierras escocesas –un 18 de diciembre de 2008– el Sevilla se despedía de la competición en la fase de grupos. Era la primera gran decepción de un equipo que había acostumbrado a los suyos a todo lo contrario. Ya vendrían episodios más desagradables ante Sporting de Braga y Hannover, pero eso sería más adelante. En aquel momento fue un tremendo batacazo de una plantilla que contaba con buena parte de los jugadores que lo habían llevado a la gloria (Kanouté, Palop, Luis Fabiano, Renato, Escudé, Jesus Navas...). Con estos precedentes, y todos los que han sucedido en la historia del fútbol, Unai Emery no está tranquilo. Ya avisó en el sorteo de la fase de grupos que no sería nada sencillo el acceder a la siguiente ronda. Feyenoord, Rijeka y Standard están lejos del nivel del Sevilla, pero sólo antes los holandeses y al calor del Sánchez-Pizjuán el cuadro sevillista pudo sacar los tres puntos. Dos empates, con la derrota cerca en Rijeka –gol en el alargue de Mbia– y moneda al aire en Lieja –claras ocasiones al final para los dos equipos–, son el balance de los partidos fuera de casa. Ahora regresa a Nervión. El estadio sevillista es todo un fortín en Europa. Sin embargo, la pasada temporada ya se pudo comprobar que en el Viejo Continente no se le gana fácil a nadie. Exceptuando la victoria ante el Friburgo en el estreno de la liguilla en casa, los otros dos choques (frente a Estoril y Slovan Liberec) se saldaron con empate a un gol, empatando el adversario en la segunda mitad y con bastantes nervios en los locales. No cabe la relajación ni la rotación masiva que estaba empleando el entrenador sevillista en los compromisos europeos hasta la fecha. De los partidos europeos que Unai le ha dirigido al Sevilla en casa la mayoría ha terminado en sonrisa. Por ahí pueden estar tranquilos los seguidores nervionenses. El preparador vasco sabe cómo sacarle el mejor jugo a su equipo cuando actúa de local en Europa. Seis victorias (Mladost Pogdorica, Slask, Friburgo, Maribor, Oporto y Valencia), dos empates (Estoril y Slovan) y una derrota (Betis) son el balance de un Sevilla que terminó coronándose en Turín. Con la afición de su lado, nadie en el club teme porque el equipo dé la de arena en un día señalado. Se le tiene poco respeto al Standard, equipo que con el cambio de entrenador ha dado un paso adelante. Además, el buen arranque liguero ha relegado las energías para la competición doméstica. Poco se habla de este partido y mucho de lo que vendrá el domingo ante el Levante en casa para alcanzar los 25 puntos. Los sustos europeos son fatales. Dejan el cuerpo cortado y la capacidad de reacción es nula en una competición tan corta. Vencer al Standard y alejar los fantasmas debe ser la prioridad del entrenador.

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