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Economía

Europa veta las jornadas de trabajo de 65 horas semanales

La conciliación entre la vida laboral y personal tiene más posibilidades de hacerse realidad entre los trabajadores europeos. El Parlamento comunitario rechazó el miércoles la normativa aprobada por los Veintisiete para que la jornada se alargue hasta las 65 horas semanales. Ahora tendrán que negociar para llegar a acuerdos, algo que se antoja difícil.

el 15 sep 2009 / 20:01 h.

La conciliación entre la vida laboral y personal tiene más posibilidades de hacerse realidad entre los trabajadores europeos. El Parlamento comunitario rechazó el miércoles la normativa aprobada por los Veintisiete para que la jornada se alargue hasta las 65 horas semanales. Ahora tendrán que negociar para llegar a acuerdos, algo que se antoja difícil.

El Parlamento Europeo bloqueó el miércoles la norma que permite ampliar la jornada laboral máxima a 65 horas semanales, que fue aprobada por los ministros de Trabajo de los Veintisiete el pasado junio con el voto en contra de España. Los eurodiputados aprobaron por mayoría absoluta una serie de enmiendas que exige que en un plazo máximo de tres años se supriman las excepciones a la jornada laboral de 48 horas semanales.

La Eurocámara reclamó además que se considere tiempo de trabajo la totalidad de la guardia (en casos concretos, como el de la sanidad), incluido el periodo inactivo. Esto cuestiona también el acuerdo alcanzado por los Veintisiete, que establecía que ese tiempo (por ejemplo, cuando un médico duerme en un hospital) no debe considerarse como tiempo de trabajo a menos que la legislación nacional, un convenio colectivo o un acuerdo entre interlocutores sociales disponga lo contrario.

Las enmiendas fundamentales contra las 65 horas semanales recibieron un respaldo muy superior a la mayoría absoluta, de 393 votos, que era necesaria para que salieran adelante. De hecho, muchas de ellas obtuvieron más de 500 votos, lo que significa que, además de socialistas y grupos de izquierda, fueron apoyadas por numerosos eurodiputados del PP Europeo, incluidos los españoles.

El voto de la Eurocámara abre ahora un nuevo periodo de negociación de 90 días (denominado conciliación) entre el Parlamento y el Consejo al cabo del cual, si no hay acuerdo, decae el texto.

El ponente parlamentario sobre la directiva de tiempo de trabajo, el socialista español Alejandro Cercas, se dirigió a los Veintisiete para decir que el voto del Parlamento "no es un contratiempo, es una oportunidad de rectificar una decisión equivocada". "Que lo vean como una oportunidad de hacer nuestra agenda similar a la de los ciudadanos", subrayó.

Cercas pidió además a la Comisión, que había apoyado el compromiso alcanzado por los Veintisiete sobre las 65 horas, "que se ponga el traje del árbitro, que se quite la camiseta del Consejo que ha llevado durante estos tres años, y así hagamos una conciliación para que sea verdad la reconciliación de la vida familiar y profesional y la Europa social".

El acuerdo alcanzado por los Veintisiete en junio y bloqueado ahora por la Eurocámara permite que continúen indefinidamente las excepciones a la jornada laboral de 48 horas semanales.

En virtud de acuerdos individuales entre empresario y trabajador se podrá alargar la jornada laboral hasta 60 horas semanales, calculadas como media sobre un periodo de tres meses, e incluso hasta 65 horas en ausencia de un convenio colectivo o cuando el periodo inactivo de la guardia se considera tiempo de trabajo. Contra este compromiso votaron España y Grecia y se abstuvieron Bélgica, Chipre, Hungría, Malta y Portugal.

Las negociaciones entre la Eurocámara y los Veintisiete se anuncian muy difíciles. La presidencia francesa ya dijo en el debate del pasado lunes que no hay una mayoría suficiente en el Consejo para suprimir las excepciones a la jornada laboral de 48 horas. El Reino Unido y los países del Este forman un frente común para mantenerlas y Francia e Italia, que permitían que hubiera una minoría de bloqueo, se han pasado de bando y apoyan la tesis británica.

En España, Gobierno y sindicatos tildaron el rechazo de "triunfo de la Europa social", en sintonía con la Confederación Europea de Sindicatos (CES) que se felicitó por que esta Europa "está viva y goza de buena salud".

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