El Betis no está como un niño con zapatos nuevos, pero sí como un equipo de fútbol con puntos nuevos, los tres de la victoria ante el Mallorca, y hoy visita a Osasuna con el loable propósito de que aquel triunfo no sea un hecho aislado. El nuevo Osasuna de José Antonio Camacho intentará impedírselo.
Pamplona es una bella ciudad norteña que tiene la parte vieja, lo que en Sevilla se llamaría casco antiguo, y el primer y segundo Ensanches, por donde el núcleo urbano original se expandió a partir de principios del siglo XX. El Betis también tiene su parte vieja, la de equipo que jugaba bien al fútbol y perdía, pero el domingo pasado dejó atrás la antigüedad, ganó y experimentó su primer ensanche de puntos, tres en concreto que le sirvieron para salir, que no alejarse, del descenso. Y hoy, en el Reyno de Navarra, intentará ensanchar su cuenta de puntos por segunda jornada consecutiva para expandirse hacia zonas más templadas de la tabla.
Lejos de metáforas más o menos forzadas, el equipo verdiblanco tiene muy claro que su progresión pasa por no caer derrotado en el antiguo Sadar, un campo hostil donde los haya que al Betis no se le da precisamente bien, aunque la pasada temporada halló allí un triunfo revitalizante en una semana crítica, la del cierre de Heliópolis por el botellazo al portero del Athletic. Para hacerse una idea, las derrotas heliopolitanas en Iruña doblan a las victorias. En un estadio así, pequeño y agresivo como pocos, es imprescindible disponer de hombres con carácter (y que sepan jugar al fútbol, obviamente).
Paco Chaparro los tiene: Nelson, Arzu, Emana, Sergio García... y por supuesto Mehmet Aurelio, que no se asustará de lo que le digan los Indar Gorri después de vivir siete años en Turquía. El técnico, sin embargo, duda de otros dos, a cual más importante: uno, Juanito, porque es el jefe de la defensa; y otro, Edu, porque es su mejor elemento ofensivo. Ambos viajaron ayer a Pamplona, pero el central lo hizo algo renqueante por su espalda y el brasileño aún no está en la forma suficiente para enfrentarse a un partido de principio a fin.
Con ellos o sin ellos, el Betis persigue su segunda victoria consecutiva, un logro muy infrecuente en estos últimos años de penurias verdiblancas, y la primera como forastero desde el ya lejano mes de abril, cuando en otra tarde de sábado fue capaz de batir al Atlético de Madrid en el Calderón. Desde entonces apenas ha sido capaz de lograr tres empates (uno en Almería y dos en Getafe, uno en cada Liga) y sólo uno de ellos en la temporada en curso, así que se trata de uno de los visitantes con menos peligro del campeonato. El matiz, como es natural, es que le ha tocado viajar al Camp Nou y El Madrigal, estadios de donde no suelen escaparse muchos puntos.
En cuanto a la alineación, Chaparro apuesta por mantener la identidad de equipo atrevido y ofensivo que tan malos resultados le dio frente a los grandes y tan bueno ante el Mallorca. Si las cosas van bien ahora, para qué cambiarlas. Así pues, suponiendo que Juanito haya dormido bien y esté listo para jugar, lo normal sería que el Betis repitiese once.
El problema es que con el Betis hay pocas cosas normales. Y también con Osasuna, un conjunto navarro de pura cepa que sin embargo se va a fichar a Irán (Nekounam y Masoud) y que ahora fía su destino a un técnico muy madridista, una filiación que siempre ha provocado más odio que simpatía en la apasionada grada rojilla. Por no hablar de que Osasuna es el único equipo de Primera que aún no ha ganado ni un partido. ¿Cuántas veces no habrá roto el Betis estadísticas así?