Cultura

Expectación defraudada

Todos teníamos puestas las esperanzas en este debutante encierro de Fuente Ymbro al que habíamos colocado como redentor de las muchas corridas mansas, mal presentadas, rajadas y descastadas que se han ido sucediendo en esta Feria de Abril que ya camina, afortunadamente, hacia su clausura definitiva.

el 16 sep 2009 / 02:08 h.

Todos teníamos puestas las esperanzas en este debutante encierro de Fuente Ymbro al que habíamos colocado como redentor de las muchas corridas mansas, mal presentadas, rajadas y descastadas que se han ido sucediendo en esta Feria de Abril que ya camina, afortunadamente, hacia su clausura definitiva. Al surrealista cartel de esta tarde se sumará la protocolaria miurada dominical y el colorista festejo matinal de rejones que volverá a servir para quedar bien con el compromiso de última hora del abonado de turno.

Pero el pescado está más que vendido y los resultados, desgraciadamente, no pasan de discretos, especialmente en lo que al apartado ganadero se refiere. En esa tesitura, la presencia de los toros de Ricardo Gallardo se antojaba un bálsamo, un oasis en medio de un desierto que pudiera redimir tantos y tantos petardos seguidos aunque el cartel escogido para la ocasión no era -ni de lejos- el más apropiado para hacer los honores a este hierro de moda que deberá esperar a mejor ocasión para lucir su encastada bravura en la plaza Maestranza.

La nota global no fue buena, es verdad. Pero también es verdad que Matías Tejela se llevó el lote del encierro y aunque salpicó su labor de buenos muletazos aislados y una entrega intermitente no llegó a apurar la exigente embestida del aparatoso sobrero que cerró el festejo. Se cuidó al toro en varas, seguramente confiados en la embestida humillada que el pupilo de Ricardo Gallardo había brindado en el capote y aunque suelto en la brega, el toro de Fuente Ymbro llegó a la muleta con aire de manso pero cogiendo el engaño muy por abajo, con una vibrante embestida que Tejela supo ver pero, quizá, no aprovechar del todo. Pecó de citarlo por las afueras en algunos pasajes y sólo cuando se creyó que aquello llegaba al tendido se empleó en un mazo de muletazos bien resueltos y rematados que no apuraron la importancia de ese manso que podría haber sacado al joven diestro madrileño de su progresivo, imparable e inevitable ostracismo.

Matías Tejela, para rizar aún más sus abundantes rizos, había sorteado en primer lugar el otro toro con posibilidades del desigual encierro de Fuente Ymbro. Ese tercero fue un animal que rompió con boyantía en la muleta, humillando siempre en el engaño, pero que se quiso rajar a las primeras de cambio y duró sólo un suspiro. Tejela le administró dos series de derechazos bien planteados, trazados con buena mano y rematados por abajo antes de que la mansedumbre del toro acabara por descomponer el proyecto de faena. Rajado y refugiado en tablas, acababa de sembrar ciertas dudas sobre un encierro que a esas alturas ya no contentaba a nadie.

El cartel más esperado en el aspecto ganadero lo había abierto el diestro extremeño Antonio Ferrera, que banderilleó a sus dos toros dentro de la peculiar brillantez que le caracteriza. De los seis pares colocados, destacó uno citando de espaldas y quebrando después de un ligero cuarteo. Pero los dos toros de su lote no se quisieron unir a la fiesta. El primero -que brindó a la memoria de Manolo Montoliú- pasó siempre defendiéndose, echando la cara arriba y sin emplearse de verdad. Tampoco tuvo mucho que hacer con el cuarto, un manso absoluto que se fue rajando paulatinamente hasta cantar su querencia a chiqueros. Así era imposible.

Tampoco acompañó la suerte al diestro malagueño Salvador Vega, que no es que esté demasiado sobrado de recursos para solventar estas papeletas. Vega despachó en primer lugar un toro que siempre busco la huida en todas las suertes sin entregarse jamás en la muleta. Cualquier intento de hilvanar una faena era nulo. El animal sólo quería marcharse como fuera y a Vega sólo lo quedó la opción de despenarlo con el mínimo decoro. No le cambió demasiado la decoración al malagueño en el quinto. Éste fue un toro mirón que no se entregó nunca de verdad, que pasó en los engaños sin rematar nunca los viajes. Vega prolongó el trasteo pero la gente ya andaba loca por irse. Yo también.

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