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Expolios y sentencias

En un pequeño libro de ensayos, Todo es comparable, Óscar Tusquet dedica uno de ellos a los museos de reproducciones que tan frecuentes fueron en el XIX, enseñaron tanto a los aficionados al arte y hoy han desaparecido prácticamente...

el 15 sep 2009 / 17:52 h.

En un pequeño libro de ensayos, Todo es comparable, Óscar Tusquet dedica uno de ellos a los museos de reproducciones que tan frecuentes fueron en el XIX, enseñaron tanto a los aficionados al arte y hoy han desaparecido prácticamente, aunque alguno queda, como el de Jean David en la ciudad francesa de Angers con copias y moldes de ese escultor. Las copias de los murillos, recién colgadas en la Iglesia de la Caridad, cumplirán dignamente la función de restituir al lugar no sólo su aspecto sino su sentido primitivo, la mentalidad sevillana de finales del seiscientos que describe Arsenio Moreno en El pintor en la sociedad andaluza del Siglo de Oro.

De aquella sociedad, que se veía venir el Juicio Final a medida que se adentraba en el sendero de la miseria y el miedo al porvenir, surgió la riqueza de lo simbólico llevado al arte, plasmado en los colores de la Misericordia y las Postrimerías. Una riqueza que, al final, desataba las apetencias de los conquistadores y sumía a la ciudad en un empobrecimiento colectivo, el de principios del siglo XIX, que además de ser físico era también moral: la sociedad sevillana se hundió en la desmoralización.

No exigió entonces lo justo pero ahora no hemos de conformarnos con las copias sino seguir demandando la vuelta de ésos y otros originales. Las leyes que limitan al siglo XX la restitución de los expolios son, claramente, un recurso colonialista, lo mismo que los argumentos sobre la buena fe de los compradores. ¿Alguien piensa que un zar pagaba obras a un mariscal de Napoleón creyendo que éste las había comprado? Hoy, cuando la Justicia se internacionaliza y hay jueces que abordan causas impensables hace poco, es posible buscar la brecha y lograr que se celebre otro juicio final: el que dicte que los cuadros robados deben volver a sus dueños.

Antonio Zoido es escritor e historiador

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