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Extraño partido

Todo lo que sucedió ayer tarde en la Rosaleda fue extraño y anómalo. Empezando por la rareza de ver a los tres extremos zurdos sevillistas en el banquillo -Adriano, Capel y Perotti-, pasando por el enorme error de Teixeira Vitienes de anular un gol legal...

el 16 sep 2009 / 00:02 h.

Todo lo que sucedió ayer tarde en la Rosaleda fue extraño y anómalo. Empezando por la rareza de ver a los tres extremos zurdos sevillistas en el banquillo -Adriano, Capel y Perotti-, pasando por el enorme error de Teixeira Vitienes de anular un gol legal a Squillaci en el 5' de partido, continuando por los enormes errores sevillistas en los dos goles que marca su ex Salva Ballesta para el Málaga, uno en un resbalón con caída de Mosquera y el otro en un fallo posicional de la pareja de centrales, Squillaci y Escudé.

Terminan estas extrañezas en un empate a dos que se produce en la segunda parte con los goles de Kanouté y Luis Fabiano y digo extraño porque la insultante superioridad del Sevilla, dueño y señor del balón, del juego y las ocasiones, increíblemente terminó con un empate que solo se pueden creer los lectores de la crónica, porque quien vio el partido en el campo o en la televisión no lo dará por cierto.

Ocasiones y errores. Manejó a su antojo el Sevilla el juego y parecía por las veces que llegaba claramente ante Goitia que la caída del gol sería cuestión de tiempo. Gol anulado injustamente a Squillaci, ocasiones clarísimas, de Romaric primero y Kanouté después, que dan paso a esos errores que le ponen de forma increíble con dos goles abajo, pero a veces en el fútbol suceden estas circunstancias. Un marcador muy adverso de esos con pinta de no poder superarse...

Con los extremos. Cambia el Sevilla completamente con la salida de los tres extremos. Adriano de lateral derecho, Capel y Perotti en bandas y el argentino, que tiene en estos momentos la edad en la boca y el fútbol en las botas, hace un jugadón estelar para poner un balón al que le puso broche Kanouté con el primer gol visitante. Luis Fabiano, a continuación, alcanza con un cabezado el empate y la victoria no llega porque más ocasiones se fallan.

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