Si el anuncio del comienzo de su producción hacía que pudiéramos albergar pocas esperanzas con respecto a una franquicia que se había agotado a partir de su primer y magistral filme (la mítica El planeta de los simios), los trailers no dejaban mucho lugar acerca de lo que finalmente daría de sí esta precuela de la cinta de Schaffner.
Unos prejuicios estos que no podrían haber ido más desencaminados.
Con unos efectos visuales que quitan el hipo y una dirección portentosa que aporta a la historia un ritmo visual imparable, es en el guión y la prodigiosa definición de personajes donde, en contra de esas impresiones previas, encuentra el filme su mayor baza. El libreto recupera toda la esencia tanto de la novela de Pierre Boulez como del filme de 1968 para instaurarse como el peldaño inicial definitivo (y de eso se encargan varios guiños perfectamente hilvanados en la trama) en la conquista de nuestro planeta por parte de unos simios que, trucos digitales al margen, tienen una personalidad arrebatadora, sobre todo en ese inconmensurable personaje que es César. n
