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Extravagancias

En los cursos de verano de nuestras universidades suele caber de todo y, como en los escolios de los que ya escribí no hace tanto, pueden encontrarse magníficos temas, el del curso que imparte González Ferrín sin ir más lejos. Esa tesis de que la cultura andalusí debería ser asumida por Europa...

el 16 sep 2009 / 08:20 h.

En los cursos de verano de nuestras universidades suele caber de todo y, como en los escolios de los que ya escribí no hace tanto, pueden encontrarse magníficos temas, el del curso que imparte González Ferrín sin ir más lejos. Esa tesis de que la cultura andalusí debería ser asumida por Europa porque no es sino cultura europea escrita en árabe debería ser para nosotros, no un caballo de batalla, sino un regimiento de húsares lanzado a la carga para conquistar la única posibilidad que tenemos de enlazar a Adriano, Averroes y Alfonso X el Sabio. Pero nada, por mucho que se explique no pasa de tema de un curso de verano.

Temas extravagantes, o sea, que vagan por fuera de las enseñanzas oficiales y por los extramuros del pensamiento oficializado simplemente porque en los terrenos de la investigación hay más butacones de orejeras que cátedras. En Sevilla siempre hubo investigadores y ensayistas con vocación de Levingstone: Antonio de Ulloa, Alberto Lista, Manuel Machado, Ramón Carande, Juan Gil? cuyas hipótesis y resultados fueron soslayados por más que aparecieran con la claridad del razonamiento cartesiano. Con Ulloa incluso hicieron caso omiso a su descubrimiento del platino y eso que por entonces las arcas españolas estaban ya más que esquilmadas. En Sevilla primaron siempre las leyendas que, entendidas como la caridad, comenzaban siempre por uno mismo para aplicarlas luego a quien conviniera.

De esa manera Pedro I acabó siendo cruel y Don Ramón Carande cartero. Antonio de Ulloa, después de cumplir misiones difíciles y arriesgadas por media América se encontró con que lo empapelaban con un Consejo de Guerra del que salió como pudo. Al final, para resarcirlo, le dejaron llevar la flota de Cádiz al Cabo Espartel, o sea, a la acera de enfrente. Entonces no había cursos de verano.

Antonio Zoido es escritor e historiador.

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