Por regla general, el visitante de una exposición llega dispuesto a plantarse ante la obra de arte. Sin embargo, apenas se asome a una de las salas del CAAC que albergan la muestra Non sine sole iris (Sin sol no hay arcoiris) tendrá la sensación de meterse dentro de la obra, de tan avasalladora y rica en detalles. El antiguo Pabellón Real aparecía ayer invadido por las obras deMariajosé Gallardo, extremeña afincada en Sevilla que plasma en estos trabajos su peculiar mundo lleno de referencias a la historia de la pintura, iconografías inquietantes y no pocas inyecciones de ironía. Sobre la inspiración del retablo barroco, pero también de las llamadas cámaras de maravillas, el pasado y el presente se confunden bajo una sugestiva atmósfera gótica. En tiempos de los mecenas renacentistas, como mujer solo podría haberme dedicado a las artes menores, comenta la artista. Además, apenas podría haber representado figuras humanas, pues nosotras teníamos prohibido estudiar anatomía. Por eso esta exposición, con sus figuras femeninas, tiene algo de reivindicación. Pero no solo hay revindicaciones de género en Non sine sole iris. También artísticas: por ejemplo, guiños al bodegón, un género denostado aún hoy, según Gallardo. O referencias a las vanitas, esas alegorías de la fugacidad de la vida, tan caras al barroco sevillano. O reliquias de las que tanto abundan suscitando tanta devoción como escalofríos en las iglesias de media Europa. Asimismo, en la obra que da título a la exposición, encontramos un retrato femenino de tamaño natural, inspirado en uno similar de Elisbeth II, literalmente asediado por símbolos que dan para un buen rato de entretenimiento. Todas estas piezas, realizadas en óleo y esmalte sobre lienzo soy bastante convencional en cuanto a técnicas, admiteGallardo, denotan una voluntad de perfección poco frecuente entre los creadores contemporáneos. Dejaré de pintar cuando pueda pintar bien, dice la artista. Rafael yCaravaggio se murieron con treinta y tantos años, y yo ya tengo 35..., sonríe. Por otro lado, las obras de Mariajosé Gallardo poseen muchas claves no exentas de carga provocativa, desde iconografía nazi hasta un osario inspirado en cierta urna mortuoria que, al parecer, una dama usaba para satisfacer sus demandas lúbricas. El aire oscuro y pecaminoso de esta sala contrasta con la antigua sacristía, donde la virgen original se hace acompañar de varias piezas de la creadora tratadas con pan de oro. Desde que empecé en esto, mi sueño siempre fue exponer en una iglesia. Esto es lo más parecido que he conseguido, y estoy convencida de que estos lugares conservan su energía, afirma. Aquí las obras se inspiran en los antiguos exvotos, y tienen un sentido de ofrenda aunque, una vez más, la simbología abarca animales y objetos muy diversos, con influencias que van del exvoto italiano al biombo japonés o los manuscritos miniados medievales. Quería que nada interfiriera en la talla de la virgen, y a la vez que dieran la impresión de haber estado aquí siempre, agrega Gallardo. En cuanto a los marcos dorados, desvela su secreto: Me gustan los mercadillos, soy buena regateando. Sea como fuere, Non sine sole iris atraerá a mucho público juvenil, en especial al amante del cómic y del gótico,pero gótico de verdad, y no lo que llamamos hoy así, que es más romántico y victoriano, subraya.