El arte de maltratar a un compañero de clase y grabarlo con el móvil para luego presumir de la hazaña se está convirtiendo en una práctica común en los colegios españoles. Una de las iniciativas que se han propuesto para evitar que esto ocurra ha sido prohibir el uso de los móviles y de cualquier aparato electrónico de entretenimiento en las escuelas.
Usar estos aparatos está, de hecho, prohibido en muchos centros educativos. Sin embargo, la mayoría de las comunidades autónomas carecen de una ley específica de cumplimiento obligatorio. Es cada colegio, en función de su autonomía, el que decide habitualmente dónde, cuándo y cómo los estudiantes pueden emplear los teléfonos.
el ejemplo. A día de hoy, el ejemplo es la Comunidad de Madrid. Desde este curso, se aplica en los centros madrileños el decreto de normas mínimas obligatorias de convivencia escolar. El texto habla del "mantenimiento de una actitud correcta en clase, no permitiéndose el uso de móviles, otros dispositivos electrónicos o cualquier objeto que pueda distraer al propio alumno o a sus compañeros".
Entre otros puntos, prevé como falta muy grave la "grabación, publicidad o difusión a través de cualquier medio o soporte, de agresiones o humillaciones". En cualquier caso, el castigo más grave que impone este decreto para esos casos es la expulsión del centro educativo.
La Generalitat valenciana, por su parte, está consensuando con el sector un borrador de decretos y deberes de padres, profesores y alumnos, que considera conducta contraria a la convivencia escolar el uso de móviles.
