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Fama... ¡sudor y a soñar!

El cásting de la nueva temporada congrega a 120 aspirantes en Sevilla

el 06 ago 2010 / 20:08 h.

Los aspirantes ilusionados recibieron con un fuerte aplauso a Marbelys, jurado del cásting.

La fama cuesta, y si no que se lo digan a las 120 personas que ayer se agolparon en las puertas del Hotel Alcora, esperando una oportunidad bajo un sol de justicia y con muchos nervios. Algunos llevaban allí desde las 4 de la mañana del día anterior: “Esto es una oportunidad y prefiero sacrificarme y no dormir”, decía uno. Todos van con un objetivo: entrar en la academia y demostrar que valen.

“Pasar el cásting sería un cambio radical en mi vida”, confesaba Francisco Suárez, uno de los participantes. A las puertas del hotel esperaba su turno dando saltos imposibles y elaborando mil piruetas en un claro ejemplo de que él tenía algo que decir. Su especialidad es el bboying. “Todo lo que sé lo he aprendido en la calle. Me gustaría entrar en la academia para perfeccionar mi formación y aprender mucho de los profesores”, aclaraba el aspirante.

Los sueños de estas 120 personas están en las manos de Marta Moure, directora de las pruebas de la productora Zeppelin y, en esta ocasión, de Marbelys, la profesora de lírico de Fama. “Es una enorme responsabilidad para nosotros”, aseguraba Marta. Ella lo tiene claro. “No buscamos perfiles, el éxito del programa está en ver y dejarse sorprender”, admitía. Aunque seguramente haya muchos diamantes en bruto, los meses en la academia les servirán para conseguir una disciplina que les ayudará a lograr trabajo en el mundo artístico.

Pero como en todo cásting, hay una cara dulce y una amarga. Pocos serán los elegidos. En la cola, mientras los aspirantes hacían ejercicios de calentamiento a más 40 grados, se escuchan historias de sacrificio. Un chico mudo, con la ayuda de una amiga decía, “ mi sueño es entrar porque me gustaría enseñar a bailar a niños como yo. Este mundo es muy duro”. Katerina Giannakopoulou es otra aspirante. Esta griega de 27 años lleva desde los 18 en Sevilla. Vino a perfeccionar su nivel de flamenco, baile que le sedujo en su país. A pocos minutos de la prueba reconocía estar nerviosa. Recordaba a sus padres. “Ellos me dicen que las oportunidades hay que aprovecharlas”. Shap David, está en paro. Él, a sus 37 años, no ha recibido formación y admitía no disponer de muchas más oportunidades. “Mi último trabajo fue en Mercasevilla, ahora vengo a intentar cumplir mi sueño”, confesaba.

La suerte está echada. Los mejores pasarán y se verán las caras en la final. Otros tendrán que seguir de gira aprovechando las pruebas que quedan. Y si este año no hay suerte, siempre queda esperar al próximo curso.

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