La XV Bienal de Arte Flamenco dará la oportunidad al bailaor sevillano Juan Manuel Fernández Montoya Farruquito para que presente en Sevilla, a lo grande, su último montaje, Puro, estrenado con éxito en Palma de Mallorca el pasado día 24 de julio.
Aunque se esperaba una rueda de prensa multitudinaria y extraordinariamente mediática, el bailaor apareció acompañado de su joven esposa y de Óscar Martos, el productor de Puro. Nadie de su familia acudió al Hotel Alfonso XIII, suponemos que por expreso deseo del artista, que está dispuesto a cuidar su carrera, una vez superado el calvario por el que ha pasado.
Domingo González, director de la muestra flamenca, advirtió a los medios presentes en la rueda de prensa, que sólo se podían hacer preguntas relacionadas con el espectáculo, "porque aquí no somos expertos en Derecho penal o procesal", dijo, lo que el joven bailaor le agradeció con una mirada de gran ternura. González justificó así el apoyo del festival a Farruquito: "No debe de quedar fuera de la cobertura de la Bienal un bailaor de sus características, de su estilo". De ahí que, además de ofrecerle cobertura para su nueva obra, le haya invitado a dar clases magistrales de baile los días de la Bienal.
A este respecto, el artista aclaró que, más que enseñar, "me limitaré a sugerir, porque hay cosas que no se pueden enseñar fácilmente", confesó, arremetiendo veladamente contra quienes, "sin disciplina ninguna y mucho marketing", se lo están llevando por aquí y por allá.
Farruquito, que volverá a actuar en su tierra el 12 de septiembre en el Auditorio Rocío Jurado (tres años después de su última actuación) como colaboración especial con la XV Bienal de Flamenco, se mostró tranquilo en todo momento, con gran lucidez, asegurando que ha recuperado la ilusión. "Me están devolviendo las ganas de trabajar, de volver a crear, de subirme a los escenarios. Hay noches en que tengo que levantarme a bailar, a escribir, a componer", declaró visiblemente emocionado.
El artista en ningún momento entró al trapo cuando, sutilmente, le preguntaron sobre cómo lo va a recibir el público después de su salida de la cárcel, donde ha cumplido condena de tres años por atropellar a un peatón, Benjamín Olalla, con resultado de muerte: "Sólo espero que con las mismas ganas con la que yo quiero volver a bailar, aunque no estoy dentro de nadie", dijo. "Sólo soy una pequeña parte dentro de este gran arte, que es el baile, un arte que es amado en todo el mundo, y estoy dispuesto a trabajar por él con mucha honradez y poniendo a su servicio todo lo que sé sobre él".
Juan Manuel Fernández Montoya Farruquito dijo cosas tan hermosas como que tenía ganas de "llenarse de flamenco". "Lo más duro ha sido, quizás, estar lejos del mundillo del arte; por eso, ahora, lo que me apetece es bailar, subirme a los escenarios, que es para lo que he nacido", afirmó el bailaor sevillano, algo más relajado que al principio.
Innovaciones. Farruquito, quizá obligado por la herencia que recibió de su abuelo Antonio el Farruco, se caracteriza por ser un gran conservador del baile gitano, por mantener la escuela familiar sin ir más allá de lo que él considera el legado "de mi gente".
"De hecho, soy el único que baila en la obra, que es algo que me pidió mi hermano Farru y que he querido hacer por él y por mí. Para mí es un auténtico reto, porque siempre he bailado con toda mi familia", añade. En los audiovisuales, el bailaor ha querido simultanear imágenes con sus bailes. En las alegrías, por ejemplo, salen unas imágenes de Farruquito jugando en una playa de Cádiz con sus hermanos. Y en el martinete, "se verá cómo se hace una alcayata gitana en una fragua auténtica", dice Farruquito muy ilusionado.
Según su productor, Óscar Martos, "el flamenco tiene todos los elementos para ser universal, como la ópera", de donde procede este hombre, en el que el bailaor tiene puestas todas sus esperanzas".
