Local

Felicidad real y peticiones de otro mundo

El Ateneo debería hacer, cuando antes, una encuesta para satisfacer a los exigentes retoños .

el 05 ene 2014 / 22:10 h.

TAGS:

Cabalgata de los Reyes Magos de Sevilla. / Foto: J.M.Espino (Atese) Cabalgata de los Reyes Magos de Sevilla. / Foto: J.M.Espino (Atese) “Papá, ¿cuándo viene la carreta de Doraemon?”. El soniquete de la pregunta vino precedida en la cabeza del progenitor de un angustioso escalofrío: “No...no...no lo sé, yo creo que esa no viene este año”, respondió. 33 carretas como 33 soles y he aquí que el pequeño Javier tenía antojo de contemplar al azulado gato cósmico. Viendo al tierno infante admirar nuevas carrozas como las de La isla del tesoro o El soldadito de plomo se hubiera dicho que su rostro era de esos de “ni fu ni fa”. Al menos la comparecencia de Baltasar estaba aseguraba, juraba y perjuraba su padre entornando los ojos hacia la Basílica de la Macarena al paso de la carroza de la payasa Yupita, como encomendando su paciencia a los santos del cielo. Un poco más allá, inaugurando el recorrido por la calle Feria, una reunión de amigas aguardaban a Rosa Hahn Pérez, a la sazón ayer, la Estrella de la Ilusión, para vitorearla convenientemente, cosa que hicieron mientras ella, rabillo del ojo mediante, se hizo la loca intentando no desconcentrarse de su papel. Amenizando la convocatoria, las bandas de música, como imbuidas por el espíritu cofrade de la vuelta de la esquina, arreciaron en Feria, una tras otra. Ahora comienza a entenderse el por qué de tantas familias con la tradición de encontrarse con sus Majestades de Oriente cada año en este mismo rincón de Sevilla. “Hay más bullicio que con la Macarena”, dijo alguien. Una afirmación cazada al vuelo. Pues menos mal que sí, que esto de los Reyes es un jolgorio mayor que ver a la Dolorosa bajo palio. Allá hacia la mitad de Feria, desde la segunda planta de la histórica casa de José Baeza, un aluvión de globos se preparaban para caer al paso de las carrozas reales, lo que provocó que, como en la mejor tradición de las petaladas capillitas, mucha gente se arremolinara en la zona para contemplar el vistoso espectáculo. “Este año tiene un no sé qué distinto, no sé, yo la veo más moderna”, opinaba una mamá pendiente de cada detalle para bien (“y qué luces, son leds... qué porte tiene la diosa Palas Atenea”) y... para mal (“cuánto niño gordo”, “el Gran Visir tiene mucho brillo en la cara, podía limpiarse el sudor con un pañuelo”). Lo grande era comprobar cómo su retoño pasaba de la mayor durmiendo en la cuna ajeno a la algarabía y a las puntillosas observaciones maternales.  #Nohaymasarteenelmundo... del que cabe en la calle Feria fue uno de los hashtag que algunos sevillanos quisieron erigir en tendencia. Quedaron lejos, pero para ellos se queda el salero de haberlo intentado. Ajeno a estas cuitas digitales, Alonso, de cinco años y de la localidad cordobesa de Palma del Río, era la primera vez que venía a Sevilla a ver a sus altezas. ¿A sus altezas? “Mi favorito es el Mago Merlín”, aseguraba. ¿Doraemon, el Mago Merlín?¿Qué será lo próximo, peticiones de ver a Oliver y Benji, Los Aurones o la carroza de la mariquita cantora de la película Bichos? El próximo año las cartas a los Reyes deberían exigir un viaje a Eurodisney. Eso o que Melchor acceda a disfrazarse de Fruitti, que lo mismo así tiene más tirón. Y lo vintage está de moda. Afinando el oído entre la multitud aún se hallaban resquicios de esperanza. La renovación de la carroza del Nacimiento no pasó desapercibida para una numerosa familia que observó con actitud piadosa la simbología religiosa de la misma. Y los ocupantes que iban a lomos del trono titulado Una ilusión, una esperanza, dedicada a la Asociación Española contra el Cáncer, tampoco pasaron desapercibidos. Parecían bien aleccionados a la hora de tirar caramelos. Con qué ímpetu los arrojaban. Vivan ellos y viva Doraemon.

  • 1