Cofradías

Fernando Cano-Romero: «No tiraré dardos contra nadie pero sí defenderé la doctrina de la Iglesia»

el 02 abr 2011 / 18:01 h.

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El entrenador del Sporting, Manuel Preciado (i), junto al técnico madridista, Jose Mourinho.

Nos recibe con la agenda en la mano. A una semana de subir al atril del Maestranza, Fernando Cano-Romero (Jerez de la Frontera, 1937) la consulta constantemente. Que si visita a la imprenta de Camas para revisar la prueba impresa del pregón, entrevistas con la prensa... No tiene un hueco libre. Eso sí, madruga y trasnocha para tener "unas horitas" en las que "recitar y recitar" el pregón con el que el próximo domingo anunciará a Sevilla una nueva Semana Santa.

-¿Cómo se sobrevive a una Cuaresma tan ajetreada?
-Nunca pensé que ser pregonero de Sevilla fuera a convertirse en algo que te hace un personaje mediático en la ciudad. La teniente de alcalde de Fiestas Mayores, Rosamar Prieto-Castro, ya me lo advirtió: "El personaje más importante de la sociedad sevillana durante el año es el pregonero de la Semana Santa". Le doy la razón, incluso diría que va en aumento. En el programa del pregonero hay muchas cosas previstas y otras que son sorpresivas.

-¿Qué es lo que más le ha sorprendido? ¿Con qué se queda?
-Sería difícil, pero, si dejo aflorar mis sentimientos más íntimos, te diría que la bajada de la Macarena. Echarte la Esperanza al hombro como pregonero es un sentimiento que no lo había tenido antes. Su mejilla va a tres dedos de la tuya, la miras de perfil y sus pestañas casi te hacen cosquillas en tu cara... (se emociona).

-Nunca ha escrito ni una línea de los pregones que ha dado, ¿al fin escrito el de Semana Santa? ¿Ha costado?
-Tenerlo que escribir me ha resultado el envite más duro, la cuesta arriba más dolorosa de la gestación del pregón. Hasta el punto de que al principio se pasaban los días y no escribía nada. Entonces llegó un momento en que mi hijo, que ha sido el auténtico cirineo de mi pregón, me ayudó a hacerlo. He encontrado en él todo el apoyo. No me importa que se diga que hay mucho de él en el pregón. Si no en lo concreto de una frase o de una palabra, pero sí en el trabajo y la ayuda constante que he encontrado en él. Pero hay además una cosa que parece ser anecdótica, pero es realmente cierta: el pregón lo he hecho yo, pero lo ha escrito mi hijo. Yo no tengo ordenador. Nunca le podré agradecer todo lo que ha hecho.

-Conociendo su fluida oratoria, ¿se guarda alguna improvisación?
-En este caso me tengo que atener mucho al escrito que está en el atril. Mis hijos están descompuestos y la pequeña me dice: "Papá que tú no sabes leer, tu pregón va a ser frío, no va a llegar a la gente". Por eso lo recito por las mañanas y por las noches, para quitarle la frialdad. Es cierto que puedo improvisar algo, pues he querido darle a mi pregón toda la actualidad posible. Si sucediera algo de última hora, no me cabe la menor duda que yo lo metería en el pregón.

-La delegada de Fiestas Mayores ha señalado que el pregón debe exaltar la Semana Santa y no dar "tortas a troche y moche a los socialistas". ¿Comparte esta idea?
-En mi concepto y respetando cualquier otra interpretación que pueda haber, estoy de acuerdo en que el pregonero tiene que anunciar, prologar, avisar lo que va a suceder en Sevilla a partir de la semana siguiente. Ahora bien, el pregón lo que anuncia es una fiesta (Semana Santa) eminentemente religiosa, es decir, una explosión externa de la fe y de los sentimientos cristianos y religiosos de los sevillanos que, en estos días, no se conforman con hacerlo presente en los templos y lo llevan a la calle. No podemos sustraer pues la base de religiosidad en la que se sustenta la fiesta.

-Entonces en su pregón asomarán cuestiones candentes de actualidad, como el aborto, la eutanasia...
-El pregonero es un portavoz doble. Por un lado, anunciando a Sevilla lo que todos sabemos: empezando con la Borriquita y la Paz por el Parque y terminando en la plaza de San Lorenzo cuando se cierran las puertas tras la Soledad o en la basílica de los salesianos con el último palio. Y ahora desde hace unos años con la procesión de la Virgen de la Aurora y el Resucitado. Y por otro lado, todo lo que la Iglesia nos exige a los seglares, que lo vivamos y que lo transmitamos. El pregonero, que ante todo y sobre todo es católico, hijo fiel de la Iglesia y receptor de todos sus mensajes, se ve obligado a recordarle a sus hermanos cofrades esos mensajes que la Iglesia nos está mandando. Pues si somos Iglesia tendremos entre col y col, una lechuga, ¿no? Soy consciente de que no voy a anunciar los carnavales de una ciudad ni las fiestas primaverales de otra.

-¿Pero ciertas manifestaciones pueden convertir el pregón en un acto político?
-El pregonero profundamente católico, profundamente miembro de la Iglesia y considerando que debe hacer caso de lo que la Iglesia le pide, si tiene esta ocasión para hacerlo, no se puede sustraer a ella. Ésta es mi idea. ¿Qué estoy equivocado? Que Dios me perdone. Yo lo tengo muy claro. Ahora otra cosa es que se politice el pregón. Yo en el pregón no hablo de buenos ni malos, ni de derechas ni de izquierdas, de partidos políticos ni de sindicatos ni de programas electorales... eso sería politizar el pregón, y por ahí no van los tiros. No voy contra nadie sino en defensa de. El pregonero no va a tirar dardos contra nadie, pero sí va a defender la doctrina de la Iglesia; y en aquello que no concuerde exactamente con la doctrina de la Iglesia, el pregonero tendrá forzosamente que defender su postura.

-La Semana Santa estrena nuevo escenario con las setas, ¿estarán en su pregón?
- No hago referencia a nada que no esté directamente implicado en la vida de las hermandades. He querido ser lo más respetuoso posible para que no hubiera una crítica dura y ácida más que a aquello que por su importancia capital con la doctrina de la Iglesia sí había que hacérsela. Y no es el caso de las transformaciones urbanas. De todas formas si hay alguna referencia a algo de ese tipo, nunca la diré yo, sino que será producto de la gracia de la gente de Sevilla.

-¿Se ha propuesto nombrar a todas y cada una de las hermandades?
-Sí, sí. Lo dije al principio, lo fui corroborando en los primeros días de anecdotario del pregonero y lo he cumplido. Nombro a todas las hermandades por partida doble. Nombro a todos los cristos, y a todas las vírgenes. Lo que ocurre es que no todas tienen un párrafo, porque quiero que mi pregón sea pregón, no tostón. Me he marcado unos parámetros de tiempo por respeto al público. Cuando terminé de escribir el pregón, me salieron tres pregones y medio. Está mi pregón, si mi hijo algún día lo invitan a darlo, y hasta para mis nietos. Tras escribirlo, viene una tarea que es aún más dolorosa: recortar. Todavía me huelo que de lo que vaya a ser publicado pudiera algún que otro párrafo no decirse en el pregón.

-¿Oiremos versos?
-No soy poeta. Alguna vez me he atrevido a escribir unos versillos, procurando que no sean unos ripios. El pregón no es un pregón lírico. Poesía, poesía, no lleva. Es un pregón en prosa. A pesar de ello, al final de algunos párrafos me ha salido de manera espontánea una prosa rimada.

-Este año no se han puesto a la venta entradas del pregón, ¿le han salido muchos amigos para conseguir una?
-El 80% de las personas que te felicitan te dicen: "Oye yo quiero una entrada". El cupo que el Consejo da al pregonero para la familia, para uno que sea soltero o viudo, a lo mejor hasta le sobra. Pero para los que tenemos una familia numerosa se queda muy escaso para atender sólo a tu sangre. ¿Y qué se le dice a una de mis nietas mayores que me ha pedido ir al pregón? Sólo puedo agradecer los enormes esfuerzos que ha tenido que hacer el secretario del Consejo para atender a lo que mínimamente le pedía.

-¿Cómo le gustaría que fuera recordado su pregón?
-Como el pregón de un cofrade que unos momentos muy concretos, en 2011, interpretó de esa forma la Semana Santa. Este pregón dicho por mí hace 20 o 25 años hubiera sido tan distinto y tan distante en la forma y en el fondo que casi no tendría nada que ver con el de ahora. Soy consciente de que no le puede gustar a todo el mundo. El pregón lo oyen tropecientas mil personas, por lo que el pregonero debe ser muy insensato si piensa que todos van a decir "qué pedazo de pregón". Quiero que se recuerde como un señor que cumplió con una dignidad mínima el encargo que Sevilla a través de sus cofrades le hizo, y que dejó constancia de que había puesto todo su interés, su cariño y su corazón en que había de conseguirlo.

 

 

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