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'Fin de fiesta' para el Brujo

El tenis regresó al programa olímpico en Seúl 88 y desde entonces ha deparado algún medallista sorprendente pero este pequeño francés nacido en la exótica Tahití podría llevarse la palma si cumple su sueño de subir al podio en la modalidad de dobles, de la que es un reputado especialista.

el 14 sep 2009 / 23:16 h.

El tenis regresó al programa olímpico en Seúl 88 y desde entonces ha deparado algún medallista sorprendente pero este pequeño francés nacido en la exótica Tahití podría llevarse la palma si cumple su sueño de subir al podio en la modalidad de dobles, de la que es un reputado especialista.

Ha emprendido una batalla en solitario en busca del sueño olímpico porque a los 35 años, después de más de tres lustros entre los cien mejores tenistas del mundo, sólo los grandes retos suponen la gasolina necesaria para seguir en un mundo tan despiadadamente competitivo. Tal vez, el secreto de la longevidad de Santoro haya que buscarlo en su propia miseria. Sus escasos 175 centímetros lo convierten en uno de los más pequeños del circuito así que, desde que era un niño, aprendió a usar golpes imposibles como única arma para derrotar a los gigantes: efectos mágicos, voleas que botan y retroceden o un drive endiablado que ejecuta a dos manos son las especialidades de un repertorio que lo ha convertido en un jugador fascinante.

Fabrice Santoro nunca descuidó su carrera individual y con éste son diecinueve los años que lleva sosteniéndose en los cuadros grandes de los torneos. El 2001, llegó a estar en el puesto 17 del ranking y no pasa una temporada sin que dé alguna sorpresa. En 2007, sin ir más lejos, ganó el torneo de Newport y en este 2008 ya le ha dado tiempo a hacer semifinales en Sidney, donde batió a James Blake.

Sin embargo, donde ha alcanzado el estrellato ha sido en la modalidad de dobles, especialidad en la que ha logrado 24 títulos (dos Grand Slams y un Masters incluidos) con nueve parejas distintas, prueba de su enorme versatilidad. Sus mayores triunfos llegaron entre 2003 y 2005 de la mano de Mickäel Llodra, un especialista en el juego por parejas con el que llegó a conformar la tercera mejor pareja del mundo. A los Juegos de Atenas llegaron como grandes favoritos para el oro, después de ganar ese año el Open de Australia y de ser finalistas en Roland Garros, pero una lesión del Brujo, que en el cuadro individual eliminó a Marat Safin, segundo cabeza de serie, les restó potencial en los cuartos de final. Tras la decepción olímpica, Santoro se peleó con los dirigentes de la Federación Francesa y su renuncia a jugar la Copa Davis empujó a Llodra a asociarse con Arnaud Clement, con quien sigue en el Top-5 del ranking de dobles.

ganarse un puesto en la pista. Salvo lesión, Llodra y Clement compondrán la primera pareja francesa en Pekín. Para la conformación de la segunda, es obligatoria la alineación de jugadores que disputen el cuadro individual a menos que haya un doblista entre los diez mejores del circuito. Y eso es lo que busca Santoro ahora, sumar con distintas parejas los puntos necesarios para obligar a la Federación Francesa a seleccionarlo. En el comienzo de la temporada, ha formado dupla con Marc Gicquel y han firmado unos más que honorables cuartos de final en Melbourne, pero él espera asociarse con quien fue su compañero en 2006 y 2007, el serbio Nenad Zimonjic, con quien ha ganado seis títulos.

"En Pekín, puedo jugar con cualquiera de los muchachos de individuales. Con Gasquet y con Grosjean ya he ganado algún torneo y con un sacador como Monfils o Tsonga, no tendría problemas para entenderme", ha declarado un Santoro que cree que "una medalla olímpica sería la mejor manera de retirarse. Sólo quiero que la Federación juegue limpio y me deje ganarme mi selección en la pista, sin atender a criterios políticos".

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