Hace unos días mi jefe, compañero y amigo Pepe Elías me pedía que un artículo para la revista que El Correo de Andalucía entrega los domingos gratuitamente, de forma alterna, dedicada a los equipos sevillanos estuviera dedicado a esa bonita polémica deportiva sobre quién fue mejor en la historia del Sevilla FC: Juan Arza o Frederic Kanouté. Tengo unos buenos días para pensarlo, aunque es un tema complicado, pues cada uno, según sus años, lo verá de una forma bien distinta. Y lo mismo que respeto algunas posturas que se han hecho públicas espero que se respete la mía.
De momento, mientras iba pensando en momentos significativos en la historia de los dos jugadores, llega el partido con la Real Sociedad. Una vez más, y no sé cuantas van, aparece el gigante de Malí, natural de Lyon (Francia), llegado al Sevilla del Tottenham, y clava el gol a Bravo que a la postre sirve para ganar y salvar los muebles de un partido complicado. Otra vez decisivo. Otra vez duda durante la semana.
Otra vez entre algodones por sus molestias y al final su gol y sus puntos al club, que quisiera guardarlo en una urna y sacarlo los días de partido. Poco más se puede decir de un futbolista ejemplar que todo lo ha dicho desde el campo, que es donde hablan los futbolistas. El tiempo será el juez en su carrera y en el Sevilla, pero mientras inexorablemente llega, disfrútenlo.
Cerró la jornada el Betis en San Mamés. Dos horas antes el Real Madrid era derrotado (1-0) por el Levante y coincidiendo con el inicio del partido en Bilbao la selección española de baloncesto se proclamaba campeona de Europa en Lituania. Mel había pronosticado que su equipo sería capaz de hacerle 3 goles al de Bielsa. Parecía un farol, pero después no sólo se correspondió con el juego sino que el 2-3 final puede que le parezca escaso por las oportunidades y los dos tiros a los postes.
El Betis hizo un partido ante el Athletic con fútbol de ataque muchas veces hasta descarado y poniendo de manifiesto esa virtud que tiene desde que el técnico se hizo con sus riendas: rendir tributo al balón, dándole siempre un buen trato en el toque y buscando con juego siempre la portería rival. Ese fútbol tiene riesgos, como vimos en San Mamés, pero la valentía también tiene un premio y ante el Athletic el Betis dio un zarpazo a los mismísimos leones.
