Cultura

‘Flamenco en Plata’, el rostro jondo de Lebrija visto por Juan Carlos Toro

La galería El Viajero Alado exhibe la obra del fotógrafo a lo largo de todo el mes

el 11 ago 2013 / 21:51 h.

La galería El Viajero Alado (c/ Arcos, 27) de Lebrija acoge desde el pasado día 10 de julio y a lo largo de todo el mes de agosto la muestra Flamenco en Plata, en la que el artista Juan Carlos Toro (Jerez de la Frontera, 1979) propone un personal recorrido fotográfico por el cante de Lebrija, a través de una serie de imágenes de los cantaores más señeros, que bajo el objetivo de Toro hacen resaltar su genio y expresividad a través de recursos muy meditados: primeros planos, blanco y negro, papeles especiales, revelados analógicos, grandes formatos, muy grandes formatos, paredes como soporte, cámara oscura.. Todo le sirve al jerezano para llevar su proyecto a buen puerto, dando la impresión de que las propias instantáneas van a empezar a cantar de un momento a otro. El artista combina escenas en las que los artistas cantan –a veces llenas de dramatismo y desgarro, otras dulces, conmovedoras– con otras instantáneas más relajadas, en las que los intérpretes se acicalan o parecen prepararse para la actuación. Los fondos, sencillos pero muy significativos, dialogan con los rostros de un modo muy estimulante: esas paredes tiznadas como a brochazos expresionistas son el complemento perfecto de esas facciones tensadas por la vibración del cante, una combinación que se antoja el abrazo de Goya con Pollock. Lo mismo puede decirse de las luces y sombras, que someten a las figuras a distintas temperaturas, como lo hacen también los distintos palos de su arte. En uno de los textos que sirven de presentación a la muestra, la periodista Aránzazu Cala Hurtado, de Diario de Jerez, dice a propósito del trabajo de Toro que “hay quien ve el cante. Lo ve como quien pellizca el aire, lo ve como quien muerde el agua. Es magia. Una emulsión de arte, una aleación metálica, de un negativo que busca siempre un positivo. Y eso sólo puede nacer de un espíritu incansable, de un investigador infatigable, que se rompe la camisa con cada proyecto, con cada idea que hierve en su cabeza”. Por su parte, David Montes asegura que “la saga de los Valencia, los Carrasco o lo Malenas, con los que Jerez comparte sangre cantaora, tienen ancestros en la sevillana tierra hermana. Dicen los expertos que ‘el cante pasa por donde pasa el tren’”. Desde Cádiz a Sevilla, el tren del flamenco tiene como paradas obligadas Los Puertos (Real, de Santa María y San Fernando), Jerez, Lebrija y Utrera, hasta llegar a la capital andaluza. El motivo es bien sencillo, antes había que ganarse la vida y, hasta el mismísimo Rancapino ha contado mil y una anécdotas acontecidas con Camarón de la Isla en sus años de juventud montados ambos en el tren para ganarse dos reales con su cante”, explica. Una galería donde caben los grandes clásicos y los jóvenes llamados a renovar este arte Uno de los aciertos de la exposición Flamenco en Plata de Juan Carlos Toro es el de reunir en una misma serie a los nombres clásicos del cante lebrijano junto a esos jóvenes que vienen pegando muy fuerte, y que son los llamados a renovar los fundamentos del arte jondo. Entre los primeros destacan Curro y Luis Malena, manuel de Paula, Juan Peña El Lebrijano –quizá el más popular de todos los retratados–, así como esa leyenda viviente que es El Funi, o ese torrente de fuerza escénica que es Inés Bacán. Entre los jóvenes, no pasan desapercibidos Fernanda Carrasco, Anabel Valencia y José Valencia, para muchos la gran esperanza del cante lebrijano para este comienzo de siglo. Unos y otros forman parte ya de una iconografía que es arte y documento a la vez.

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