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Fomento. La inagotable insolidaridad de algunos o el afán de desmarcarse de otros

Si nadie lo impide a última hora, estamos a punto de asistir a una estruendosa colisión: la que podrían protagonizar el actual ministro de Fomento, José Blanco y su antecesora, Magdalena Álvarez...

el 16 sep 2009 / 02:28 h.

Si nadie lo impide a última hora, estamos a punto de asistir a una estruendosa colisión: la que podrían protagonizar el actual ministro de Fomento, José Blanco y su antecesora, Magdalena Álvarez. Ya comentamos aquí la inoportunidad al decidir que su primer acto, nada más tomar posesión del cargo, fuera su amable encuentro con la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, la enemiga más encarnizada que tenía Álvarez. Tan generoso gesto no fue entendido por la ex ministra pero tampoco por su propio partido, que acogió con evidente malestar el trato ventajoso que le daba a su más aguerrida rival. Lejos de rectificar ha continuado por la misma senda, o mejor dicho, se está encargando de deshacer todo lo hasta ahora realizado poniendo más que en evidencia el trabajo de otros. Y aquí se incluye, desde el entreguismo que está demostrando dicho departamento con Cataluña, pasando por el sorprendente reconocimiento de la carencia de seguridad en la nueva terminal del Aeropuerto de Madrid. Una actitud ésta última que demuestra el grado de irresponsabilidad al que llegan algunos con tal de desmarcarse de la labor de sus compañeros.

La paciencia de Álvarez debe tener un límite

El desafío de Blanco es constante. No hay día que no aproveche para lanzar un mensaje diferenciador que va más allá del lógico afán de aquel que pretende imponer su sello personal a la gestión que tiene encomendada. Máxime cuando se demuestra que todas y cada una de las iniciativas que presenta como desbloqueadas estaban más que encarriladas ya para su ejecución. El sabrá lo que hace pero de seguir en esta senda no es descartable que a Álvarez se le agote la paciencia de tanto agravio. Al echar tierra encima a la etapa de la malagueña está gravando también la política desarrollada por el gobierno de Zapatero y del PSOE. Alguien debería hacer ver a tan inteligente dirigente que no es ésta la mejor forma de dar sentido de coherencia y de globalidad a la acción de gobierno de los socialistas al margen de quien esté al frente de cada Ministerio. También deberían advertirle de que su propia compañera de filas se merece un mínimo respeto cuando, además, se demuestra de la eficacia en su gestión, tanta que Blanco no podrá hacer otra cosa en su mandato que moverse bajo los parámetros ya asentados por Álvarez.

La tabla rasa difícil de explicar

Esa ruptura en la trayectoria seguida, aunque sea en las formas, más que en el fondo, es muy habitual últimamente y resulta difícil de explicar. En el caso de Blanco, insistimos, sería más que conveniente que se dé una vueltecita por Andalucía, no vaya a ser que su afición por marcar diferencias nos prive de importantes proyectos que en materia de infraestructuras estaban ya comprometidos. Algo de eso comienza a observarse, igualmente, en determinados consejeros de la Junta que han hecho poco menos que tabla rasa en sus departamentos, aniquilando la estructura que se han encontrado, como si lo hecho ya no sirviera de nada. Han de saber que de esta forma proyectan a la ciudadanía una imagen no solo empobrecida sino sumamente inquietante por lo que tiene de arbitrariedad y personalismo. Más sentido de equipo y de pertenencia a un partido no les vendría mal.

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