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Formas blancas, fondo oscuro

Mel no es Pitágoras, ni predice el mañana, pero debe interpretar el papel que debe asumir el Betis del futuro. Eligió ser tirano, pero no es el Barça de Guardiola y Messi.   

el 19 nov 2011 / 20:49 h.

Los jugadores del Villarreal celebran el gol de Borja Valero.

En Primera conviven la riqueza y la miseria. La aptitud y la incapacidad. Europa y el descenso. Los contratos blindados y los contratos basura. El Betis, que aún conserva la realeza por obra y gracia de una condecoración centenaria, eligió en verano ser tirano. Ejercer de líder. Someter a sus rivales. Ganar y divertir. Proponer y recrearse. Pero no es el Barça de Guardiola y Messi.  

Está integrado por un puñado de obreros honrados que luchan a contracorriente para rebatir la ignominiosa racha de 1 punto de 24 posibles. Y se ha sepultado por su empecinamiento en un planteamiento no apto para mortales. En El Madrigal, y ante un Villarreal que solo exhibe el esqueleto de aquel submarino amarillo que robó la nomenclatura al Cádiz de Mágico González y Manuel Irigoyen, repitió los errores de sus comparecencias anteriores a domicilio.

Encajó el 1-0 en una contra de manual. Como las que desplegaba el Valencia de Héctor Cúper, tercero en Liga durante los años más brillantes de la historia del Dépor. Con rapidez y agilidad se adjudicó el triunfo un Villarreal consciente de sus limitaciones. Garrido es un tipo rudimentario que ha aprendido el abecedario balompédico. Ha priorizado la solidez defensiva antes que el jogo bonito.

El cemento de la grada es su principal enemigo, pero más peligrosa es la racha que firma Pepe Mel. El gentío del Villamarín aprecia su propuesta, elogia su fútbol y aplaude su valentía, pero necesita un triunfo para saciar su sed de victorias y calmar su estómago intranquilo.

Salva Sevilla y Santa Cruz en el banquillo y los experimentos en la basura. Mel no es Pitágoras, ni predice el mañana, pero debe interpretar el papel que debe asumir el Betis del futuro. El de la racha más discreta de su peregrinar por Primera y el de la cantera hipermotivada.

Pozuelo, Sergio y la prolija tropa de Los Bermejales necesitan tiempo. Paciencia y halagos. No es su momento, sino el de los viejos obreros que conocen a la perfección los pasadizos secretos que transportan hacia la calma. Allí donde habitará el beticismo si la Real claudica en La Palmera.

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