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Francisco Javier Guerrero es el boticario de los 347 habitantes de El Madroño

Un farmacéutico para 347 habitantes, los de El Madroño, el municipio menos poblado de la provincia. Francisco Javier Guerrero es tan conocido como la alcaldesa o el cartero y conoce el nombre, apellidos y mote de todos sus clientes. Hasta ahí todo perfecto. Pero los problemas llegan a fin de mes: "A veces no soy ni mileurista", dice.

el 16 sep 2009 / 06:16 h.

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Un farmacéutico para 347 habitantes, los de El Madroño, el municipio menos poblado de la provincia. Francisco Javier Guerrero es tan conocido como la alcaldesa o el cartero y conoce el nombre, apellidos y mote de todos sus clientes. Hasta ahí todo perfecto. Pero los problemas llegan a fin de mes: "A veces no soy ni mileurista", dice.

Guerrero rompe con el tópico "del farmacéutico montado en el dólar". Con el reparto de población de su farmacia, en Sevilla habría cinco veces más boticas de las que existen ahora. Esta ratio casi sin parangón permite a los madroñeros disponer de un farmacéutico casi a los pies de la cama, pero tiene una contrapartida para Guerrero: el escasísimo volumen de negocio. "El 95% de las ventas son medicamentos con receta -explica-. Éstos se prescriben por principio activo [por sustancia y no por marca], por lo que hay que ofrecer siempre el más barato". Y así la botica da para poco.

El ritmo de esta farmacia no recuerda al de ninguna otra: "Suelo atender a casi todo el mundo a primera hora, hasta las diez de la mañana, que es cuando aprovechan para ir al centro de salud, que sólo abre hasta las tres de la tarde, y luego vienen para adquirir lo que les recetan. Después, no viene casi nadie, sólo para cosas muy puntuales", asegura Guerrero, quien recuerda que en pleno invierno a veces se pasa las tardes haciendo tiempo y acaba cerrando sin ver entrar a nadie por la puerta.

La farmacia, advierte, tiene que estar abierta todo el día y todos los días del año puesto que es un servicio sanitario. "Este año he conseguido que los fines de semana de guardia me los cubran las farmacias de Nerva", dice. De noche, Guerrero puede ir a dormir a su casa, en Berrocal, a ocho kilómetros. "Está dentro del límite legal en el que tengo que estar localizable", comenta.

La farmacia de El Madroño abrió en 1982 y Francisco Javier, que se licenció en enero de 2003, es su cuarto dueño. Él la adquirió hace cuatro años y medio. El local apenas tiene 50 metros cuadrados -antes tenía la cuarta parte- y no tuvo aire acondicionado hasta el año pasado.

"No creo que los farmacéuticos rurales debamos ser necesariamente subvencionados, pero sí compensados por la actividad que desarrollamos en nuestro entorno, como talleres a paciente o labores de primeros auxilios. La labor del farmacéutico -opina Guerrero- se está reduciendo a cortar los cupones de las recetas y eso no es bueno".

Francisco Javier no se puede coger vacaciones: "Tuve que casarme un viernes y aprovechar un puente para irme de viaje de novios unos días a Praga, porque la farmacia no puede cerrar y no puedo pagar a nadie que me cubra: el sueldo no da para eso".

Salud tiene previsto convocar un concurso público para conceder nuevas farmacias. En la provincia se van a crear 75 nuevas boticas antes del verano de 2011, ninguna de ellas en la capital sino en los pueblos. En el concurso tendrán prioridad los farmacéuticos rurales: "Pero los que llevan diez años una botica así. Yo llevo aquí cuatro y medio. ¿Qué tengo que estar otros cinco y medio para poder dar el salto?", señala Guerrero. "¿Y luego qué? -se pregunta-: Pues me sucederá otro y estará como yo otra década. Ésa no es la solución -asegura-, sino crear botiquines rurales que dependan de farmacias de otras localidades cercanas mayores". Eso permitiría otro régimen de horarios y en cuanto a volumen de negocio, no serían autónomas sino satélites de la farmacia central.

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